Doña Frigidia y su esposo don Frustracio estaban haciendo el amor. (El INEGI, encargado de las estadísticas nacionales, debería registrar ese insólito suceso, pues la señora tenía mucho tiempo sin cumplir el débito conyugal impuesto por el Código Civil a los casados. La última vez que la gélida señora se prestó al connubio fue la noche en que se estrenó la película "Halloween", con Jamie Lee Curtis y Donald Pleasence, dirección de John Carpenter, y eso fue en 1978. Nomás saquen la cuenta). Estaban haciendo el amor, pues, doña Frigidia y don Frustracio. En el curso del acto él le preguntó de súbito: "¿No crees que nuestra relación ha perdido algo de romanticismo?". Contestó ella: "Espera un poco. Responderé a tu pregunta en el próximo comercial". (¡Mientras don Frustracio se afanaba en el "in and out" ella veía su telenovela! Eso está muy mal, opino yo. Si al menos hubiese estado leyendo algún buen libro, por ejemplo "La guerra y la paz", entonces yo no diría nada, pero así...)... En las elecciones municipales de Coahuila arrasó el PRI. Eso no fue sorpresa para nadie. Días antes de la jornada electoral hablé con varios panistas destacados, y todos coincidieron en señalar que las pugnas internas de su partido traerían consigo el resultado tal. A eso se debe añadir el intenso trabajo de los priistas, y el efecto que en los ciudadanos ha tenido la obra de gobierno de Humberto Moreira, labor reconocida aun por los propios panistas, según me lo dijeron. Si bien la contundente victoria priista es explicable, yo habría preferido un mayor equilibrio político en mi estado. Sin embargo, así se manifestó la voluntad de los electores, y hay que reconocerla en los términos en que ellos la declararon con su voto. Toca ahora a cada uno de los alcaldes electos demostrar que el sufragio de sus conciudadanos no estuvo equivocado. Si no lo hacen así, que su comunidad se los demande. (Yo no se los puedo demandar, porque casi siempre ando de viaje)... Don Geroncio, señor de edad madura, requirió los servicios de una chica de tacón dorado con la cual solía encontrarse, metódico como era, el último jueves de cada mes, a menos que ese día cayera en fiesta de guardar, y siempre a las 6:30 de la tarde, para acabar temprano (a las 6:35). Antes de proceder a las acciones, don Geroncio entabló conversación con la muchacha. Le dijo que estaba preocupado, pues empezaba a tener síntomas que temía fueran los de la enfermedad de Alzheimer. "¿Qué crees que debo hacer?" -le preguntó. Sin vacilar respondió ella: "Págueme por adelantado"... Babalucas y su mujer fueron a pasar unos días en cierto hotel de playa. Le dice él al botones: "¡Me niego a aceptar esta habitación! ¡Es demasiado pequeña, y ni siquiera tiene ventanas!". "Señor -replica el muchacho-. Estamos en el elevador". (Babalucas es tan tonto que le pone hielo a su condón para que no se le vaya a inflamar la ésta)... En el bar le preguntó un amigo a Libidiano: "¿Te has acostado alguna vez con una mujer fea?". "Jamás -respondió tajante el lúbrico galán-. Pero me he despertado con muchas"... Se divorciaron los papás de aquel niñito. Una noche el pequeño pasó por la recámara de su mamá y oyó que ella decía una y otra vez con ansiedad: "¡Me hace falta un hombre! ¡Ah, cómo me hace falta un hombre!". Pasó una semana, y el chamaquito volvió a pasar frente a la alcoba de su madre. Oyó suspiros, ayes, jadeos, acezos y gemidos. Abrió la puerta despacito y se asomó. Su mamá estaba en la cama con un hombre. De inmediato el chiquillo fue a su recámara, cerró la puerta y empezó a decir una y otra vez ansiosamente: "¡Me hace falta una bicicleta! ¡Ah, cómo me hace falta una bicicleta!"... FIN.
