Las oficiosas amigas de una señora le dijeron: "Hemos sabido que tu marido anda persiguiendo muchachas jóvenes". "No me preocupa eso -responde con toda calma ella-. También los perros persiguen a los coches, pero no se les pueden subir"... Afrodisio, galán proclive a cosas de libídine, le dijo a su novia: "Como tú sabes, soy un vendedor. A mis clientes les doy muestras para cerrar la operación. Si quieres que nos casemos, tú también debes darme una muestra". Responde la muchacha: "Muestras no te puedo dar, pero referencias, todas las que quieras"... El señor y su esposa hacían un viaje en tren. Cada uno en su litera, se disponían a dormir. De pronto dice ella en la oscuridad del vagón: "Leovigildo: un hombre quiere meterse en mi litera". "Calla, mujer, y déjame dormir -responde el señor entre dormido y despierto-. Ha de ser tu imaginación". A la mañana siguiente el hombre le dice a su esposa: "Te ves cansada y ojerosa, Burcelaga. Debes haber dormido mal". "Sí -contesta ella-. Toda la noche tuve encima a mi imaginación"... Los bosques son un recurso natural aprovechable. El hombre necesita la madera que los árboles dan. Pero sucede que el equilibrio ecológico depende en buena parte de esas maravillosas criaturas que los árboles son. Y sin embargo en México el aprovechamiento de los bosques generalmente no se hace en forma racional. Nuestros vecinos norteamericanos pueden jactarse de tener más árboles que los que tenían hace un siglo. Y allá la madera se usa más que acá. Nosotros no sabemos devolverle a la tierra lo que le quitamos. Se tala un árbol y no se planta otro para sustituirlo. Así, no sólo estamos acabando con los bosques: estamos atentando también contra el futuro de quienes luego llegarán. Les entregaremos como herencia un páramo. Del bosque depende una cadena de vida que se rompe cuando sufre daño ese hábitat. Numerosas especies vegetales y animales conviven en un medio contra el cual atentan lo mismo la ignorancia que la ambición. Debemos preservar los bosques. Esto no significa en modo alguno mantenerlos al margen de todo aprovechamiento. De los árboles podemos obtener beneficios, pero sin que eso los haga desaparecer. La naturaleza cobra siempre, y a muy alto precio, los daños que le hacemos... Al terminar el primer trance de amor en la noche de bodas el novio pregunta a la muchacha: "¿Te gustó, Rosibel?". Responde ella: "Me hiciste recordar un programa de radio". "¿De veras? -dice él con mucho interés-. ¿Cuál?". Contesta Rosibel: "La Hora del Aficionado"... Un vaquero texano viajó a Nueva York, y en el bar del hotel entabló trato con una dama que se mostró bien dispuesta a recibir las atenciones del sureño. Le invitó él una copa, y ofreció con rústica munificencia: "Pida lo que usted quiera, señora. No se mida". La mujer aceptó la invitación, y en sus términos: pidió de lo más caro, y doble. Luego, a fin de corresponder a la atención, elogió el gran sombrero que el texano lucía con orgullo, uno de esos muy altos que se conocen como "de 10 galones". "Qué gran sombrero llevas" -le dijo. "Señora -respondió el tipo con orgullo-, en Texas todo es grande, enorme". Seguidamente la mujer encomió las botas del vaquero. "Qué botas tan grandes llevas" -comentó. "Señora -volvió a decir el texano-, en Texas todo es grande, enorme". Haré corta la historia: una copa condujo a otra, y una cosa a la siguiente. Poco después ya estaban los dos en el cuarto del vaquero. A invitación de la mujer él procedió a aligerarse de ropa. Lo mira ella y exclama con admiración: "¡Qué grande eres!". "Señora -repite con jactancia el individuo-, ya le dije que en Texas todo es grande, enorme". Comenzaron las acciones. Y apenas habían empezado cuando el vaquero le preguntó a la mujer: "¿De qué parte de Texas me dijiste que eres?"... (No le entendí)... FIN.