Don Otonio, señor de edad madura, hizo acto de presencia ante el juez de lo familiar, y le pidió que lo divorciara de su esposa. "Señor mío -le indicó el letrado-, cosa muy delicada es el divorcio. ¿Puedo preguntarle cuántos años de casados tienen usted y su señora?". Contestó don Otonio: "Recientemente cumplimos nuestras bodas de oro. Mi esposa celebró el aniversario comprándose un vestido nuevo, y yo con un minuto de silencio". "Señor mío -repitió el juzgador-, cosa muy delicada es el divorcio. (El juez, lo habrán notado ya mis cuatro lectores, sufría limitaciones en materia de expresión). ¿Puedo preguntarle por qué quiere divorciarse de su esposa?". Respondió don Otonio: "Mire usted. Tras ímprobos esfuerzos mi médico logró por fin capacitarme para hacer el amor una vez al año. Mañana es cuando me corresponde hacerlo. ¡Y mi mujer está terca en que lo haga con ella!". (¡Insensato don Otonio! ¡Bebe tan sólo un centilitro de las miríficas aguas de Saltillo, y sin sujeción a calendario alguno podrás hacer el amor con Mimí, Frufrú , Lilí, Margot, Fifí, Mylène, Gigí, y cuantas musas de la noche quieras, sin ninguna limitación y con todas las infinitas variaciones que el erotismo admite! Deja, eso sí, yo te lo ruego, un lugarcito para tu señora esposa, por aquello del débito conyugal que el Código Civil impone a los casados como parte de las obligaciones derivadas del contrato matrimonial. Seguro estoy de que harás ese pequeño sacrificio a fin de preservar para las generaciones venideras la institución del matrimonio, fundamento de la familia y uno de los pilares en que se asienta el edificio de la sociedad. Gracias)... Maquiavelo es autor de una maquiavélica tesis según la cual la ética no tiene aplicación en la política. Lejos de mí la temeraria idea de dar la contra al ilustre florentino, pero yo pienso que toda acción humana está sujeta a una valoración de orden axiológico, especialmente cuando esa acción toca la vida de otros. Por desgracia muchos políticos no hacen pasar sus actos por ningún tamiz ético. De ese modo la práctica de la política se vuelve un mero pragmatismo cuyo único fin estriba en la consecución del poder por el poder mismo, al margen de todo criterio de bien o de verdad. Ejemplo de ese burdo utilitarismo es, a mi juicio, la anunciada alianza que podrían trabar el PAN y el PRD para contender contra el PRI en algunas elecciones. Esa eventual coalición, opino, tocaría los límites de lo grotesco. Implica el abandono de las ideologías; la renuncia a todo decoro político, y expone a ambos partidos a ser calificados de mercachifles electorales que sólo buscan repartirse chambas. El quehacer político debe estar presidido por una teleología, por un concepto de las causas finales que dé sentido a esa tarea y la oriente al bien común. Las divergencias entre panistas y perredistas, los agravios que se infirieron mutuamente con motivo de la elección presidencial del 2006, hacen muy improbable esa colaboración, de modo que bien puede pensarse que tal entendimiento se reduce al puro objeto de buscar apoderarse de un presupuesto y una nómina. Nada tengo yo contra las nóminas y los presupuestos -soy mexicano-, pero no me parece bien que sean el único fin de una concertación política... Doña Panoplia, dama de sociedad, felicitó al pintor que le hizo su retrato. "¡Es el mejor que me han hecho! -le dijo entusiasmada-. ¡Es usted un genio!". "Por favor, señora -se turba el artista-. Sólo soy un humilde pintamonas"... La linda mucama le informó a su patrona: "El señor llamó por teléfono. Dice que se enteró de que hoy en la tarde entró un individuo en esta casa. Estaba furioso". "¡Por favor, Mary Thorn! -suplica la señora-. ¡Ahora que llegue dile que ese hombre vino a verte a ti!". "¡Uy no! -exclama la criadita-. ¡Se pondrá más furioso aún!"... FIN.
