Un joven gay le pidió al famoso tatuador que le tatuara una rosa en su parte posterior, y además le exigió que le garantizara el trabajo. Le contestó el artista: "Puedo garantizarle el dibujo de la rosa, y su color; pero no me hago responsable del aroma"... Babalucas estaba cavando un hoyo en el jardín. Le preguntó su esposa: "¿Qué haces?". Explica el badulaque: "Voy a enterrar mi licencia de manejar". "¿Por qué?" -se sorprende la señora. Responde con laconismo Babalucas: "Expiró"... En México los ricos y los pobres tienen algo en común: ambos se sienten al margen de la ley. Los ricos no cumplen la ley porque son ricos; los pobres la incumplen porque pobres son. Unos y otros creen estar por encima de los ordenamientos que a los demás nos obligan. Porque son pobres los pobres se creen con derecho a invadir la propiedad de los demás y hacerla suya. Porque son pobres ocupan la vía pública y la convierten en posesión privada. Porque son pobres queman selvas y arrasan bosques. A veces matan gente, porque son pobres, y la pobreza -piensan unos- justifica toda ilegalidad. Los ricos, por su parte, suponen que la ley no se hizo para ellos, sino sólo para "la perrada". Esperan que la autoridad se humille ante su prepotencia, y tienen abogados que los libran de la molesta obligación de sujetarse a los dictados del derecho. Los antiguos monarcas eran llamados "absolutos" porque estaban absueltos de cumplir las leyes. Éstas eran nomás para los súbditos. He ahí la raíz de la actitud de Mauricio Fernández Garza, hombre rico y presidente municipal de San Pedro, Nuevo León. También él se siente absoluto, acostumbrado como está a hacer su voluntad por su dinero. Declaró que se tomará atribuciones que no tiene para frenar la delincuencia en su circunscripción. Eso es muy peligroso. A los que se ponen fuera de la ley no se les debe combatir poniéndose fuera de la ley. Eso enfrenta a delincuentes con delincuentes, y puede dar origen a toda suerte de violencias, y aun de tragedias. La única forma de luchar contra la ilegalidad es imponiendo rectamente la legalidad. A algunos les pueden gustar las bravuconerías del alcalde sampetrino, pero las sociedades acaban siempre por ser víctimas de los bravucones. Yo no me sentiría tranquilo en San Pedro sabiendo que ahí hay delincuentes, y que el alcalde actúa como un delincuente más. Para luchar así contra los violentos es necesario establecer alianzas con otros violentos. Sin embargo ni siquiera en nombre de la seguridad se debe vulnerar el orden jurídico. Los delincuentes lo violan, pero no pueden violarlo quienes gobiernan una comunidad, pues entonces nadie estará seguro en ella. Mauricio Fernández tiene la obligación de combatir el crimen, pero no debe hacerlo en forma criminal... Una amiga le preguntó a doña Macalota: "¿Tú pones atención a lo que dice tu marido?". Responde ella: "Nada más cuando habla en sueños"... La esposa de don Languidio, señor de edad madura, fue a pasar varios días de vacaciones en la granja de un primo suyo. El pariente la invitó a ver la forma en que el toro semental cubría a una vaca, y la señora se interesó en mirar aquello. Sucedió, sin embargo, que a la hora de la hora el toro no mostró deseos de cumplir su obligación, con ser ese deber tan grato. El granjero, entonces, tomó un olote -corozo de la mazorca del maíz, para mis lectores de otros países-, y friccionó con él la cabeza del toro en la parte de atrás de las orejas. Al sentir ese frotamiento reaccionó el animal. Cobró vigor sin límites; poseído por formidable ímpetu fue hacia la vaca y la montó no una vez, sino dos y tres, justificando así su fama de poderoso semental. Pasaron unos días, y una mañana don Languidio llegó a la oficina con el cuello vendado. "¿Qué te sucedió?" -le preguntaron sus compañeros de trabajo. "No me lo explico -replicó don Languidio-. Mi mujer se pasó toda la noche tallándome con un olote la parte de atrás de las orejas... FIN.