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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO FUENTES AGUIRRE (CATÓN)

Pepito le dijo a su papá: "Mi madre no tiene alma". Quedó turulato el señor al escuchar aquella declaración tan peregrina, al mismo tiempo lapidaria y esotérica. Le preguntó al pequeño: "¿Por qué dices que tu mamá no tiene alma?". Explica Pepito: "Ahora que entraste salió un hombre por la ventana, y mi mamá dijo: '¡Adiós mi alma!'".... En el restorán el cliente le pidió al mesero un vaso de agua. Inquiere el hombre: "¿Natural?". Pregunta a su vez el caballero: "¿También tienen sobrenatural?"... Le dice la mamá a su hija adolescente: "¡No te permito que asistas a ese curso de educación sexual!". La muchacha protesta: "¿Por qué no me das permiso?". Replica la señora: "Aquí dice que los exámenes van a ser orales"... Himenia Camafría, madura señorita soltera, fue con un médico para que la examinara. Le pide el facultativo: "Desvístase" "¡Ay! -suspira la señorita Himenia al tiempo que empezaba a desabrocharse la blusa-. Todos los hombres son iguales. ¡Nomás en eso piensan!"... Un político en campaña llegó a una granja. Andaba por ahí una linda muchacha con una vaca. La madre de la joven mira al hombre y le grita a su hija: "¡Métete en la casa! ¿Quién es ese individuo?". Responde la muchacha: "Es un político". "Ah -dice la señora-. Entonces también mete a la vaca"... Tengo en muy alta estima a los jesuitas. Jesuita fue el padre Héctor Secondo, que me impartió la primera comunión en el hermoso templo de San Juan Nepomuceno, de Saltillo, ornado por grandes óleos pintados por Carrasco, también sacerdote de la Compañía. Yo era un niño flaquito y escuchimizado. Seguramente el padre Secondo sentía lástima al mirarme así, porque en el confesionario, después de oír mis pecadillos infantiles, me daba la absolución y me decía: "De penitencia te tomarás todos los días una taza grande de chocolate con pan dulce. Díselo de mi parte a tu mamá". Después, ya adolescente, leí la biografía de Loyola escrita por Ribadeneyra. Ahí aparece San Ignacio con traza de caballero andante. La lectura no me inspiró la vocación jesuita, pero sí sentí el deseo vehemente de profesar en la orden de la caballería andante. Algo de ese idealismo -y de esa inutilidad- han tenido los diversos quehaceres de mi vida. En otros tiempos los jesuitas eran una especie de élite. Se les admiraba por su cultura y su refinamiento, fruto de largos años de estudios. De pronto, yo no sabré decir por qué, los ignacianos se volvieron críticos de la sociedad, denunciadores de sus injusticias. A los jesuitas se les quitó lo jesuítico -el término "jesuítico" servía para calificar lo hipócrita, lo disimulado-, y se acercaron al espíritu original del Evangelio. En ese espíritu marchan ahora los padres de la Compañía. Lo percibí una vez que visité el ITESO, prestigiadísimo plantel jesuita de Guadalajara. Sentí ahí el espíritu de lo cristiano, impulso de amor que se convierte en bien, en justicia, en verdad. El ITESO otorgó hace unos días el Reconocimiento Pedro Arrupe, SJ, a Belén, Posada del Migrante, una obra ejemplar que en mi ciudad, Saltillo, cumple el sacerdote Pedro Pantoja junto con generosos colaboradores. En esa casa reciben asilo, alimento, medicación y cuidados los migrantes, procedentes casi todos de América Central, que en viaje lleno de peligros atraviesan nuestro país para buscar una nueva vida en el norte. Muy merecido el premio, habla bien tanto de quien lo da como de quienes lo reciben. Es digna de reconocimiento la lucha contra la injusticia, esa forma del mal en que a veces participamos todos sin siquiera darnos cuenta... Le dice un tipo a otro: "Anoche fui a una fiesta, y vi ahí a tu esposa". "No puede ser -se inquieta el otro-. ¿Qué ropa llevaba ella?". "No sé -contesta el individuo-. Me fui antes de que se vistieran los demás"... FIN.

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