Himenia Camafría, madura señorita soltera, fue a una granja donde vendían gallineros familiares. "Señor -le pidió al granjero-, me hace favor de darme una gallina y 10 gallos". "Perdone -le dice el granjero-. Querrá usted decir 10 gallinas y un gallo". "No -insiste la señorita-. Una gallina y 10 gallos. No quiero que esa pobrecita gallina tenga que pasar por lo mismo que he pasado yo"... Dos parejas de casados fueron de vacaciones a Acapulco. La primera noche estaban cenando en el restaurante del hotel cuando hubo un apagón y todo quedó en tinieblas. Así, los cuatro se dirigieron a sus habitaciones. Tras desvestirse en la oscuridad uno de los maridos se arrodilló a decir sus oraciones antes de meterse en la cama. Acababa de terminar sus prolongados rezos cuando volvió la luz. El tipo se dio cuenta, espantado, de que estaba con la mujer de su amigo. Tomando su ropa se dirigió apresuradamente hacia la puerta. Le dice la señora: "Demasiado tarde, compadre. Mi viejo nunca reza"... Al día siguiente de la noche de bodas el recién casado le dice con amoroso tono a su flamante mujercita: "¿Qué te pareció nuestra noche de bodas, Susiflor?". "No estuvo mal -responde ella-. Pero mi mamá me dijo que me ibas a dar una sorpresa muy grande, y, la verdad, no era tan grande"... Dos amigas hablaban de sus cosas íntimas. "Yo ya no estoy tomando la píldora -revela una-. Les tengo miedo a los efectos colaterales". "Yo todavía la estoy tomando -dice la otra-. Les tengo más miedo a los efectos frontales"... En rigor de verdad el 20 de noviembre no da mucha materia para celebrar. Eso que llamamos "La Revolución" fue -después de Madero, héroe civil y verdadero apóstol, y luego de Carranza, el hombre de la legalidad- una continua sucesión de luchas de quítate tú para ponerme yo. El asesinato se convirtió en método político: a fin de ganar el poder uno mataba a otro, y era muerto a su vez por otro que también quería el poder. No hay mucho de qué enorgullecernos en ese largo período sangriento de nuestra historia. Algunos de los personajes engrandecidos por el mito revolucionario eran asesinos faltos de todo asomo de conciencia. Estoy terminando ya el tercer volumen de "La Otra Historia de México", el relativo a la Revolución, y me atribulo al ver cómo el relato se convierte en una sucesión de crímenes. Lo peor de las pasiones humanas aparece ahí. Por causa de las tremendas mentiras y los ocultamientos de la historia oficial, muchos matones cuyas torvas acciones causan asco tienen hoy estatuas, y calles con su nombre. En contraste con esa maldad hay hombres y mujeres olvidados, cuyo ideal de justicia no se realizó. El libro que preparo intenta hacer un balance, objetivo e imparcial, del bien y el mal que trajo consigo esa cruenta etapa de nuestra historia, llena de bajas pasiones y de saña. Algunos de los llamados héroes son en verdad merecedores de desprecio; y otros que actuaron con sentido de bien, de patriotismo, han sido condenados injustamente al basurero de la Historia. Pensemos si esta fecha no es ocasión quizá para un remordimiento de conciencia... A aquella señora no le gustaba ir al consultorio del dentista. Un día, sin embargo, hubo de ir con él. Le dice llena de inquietud: "No sé qué prefiero, doctor, si esto o dar a luz". "Pues decídase, señora -le pide el facultativo-, para saber cómo debo poner el sillón"... ¿Cuál es la diferencia entre un señor que tiene 15 hijos y un tren inglés? El tren inglés siempre sale a tiempo. (No le entendí)... En el club de señoras la conferencista hablaba de la medición del tiempo. "¿Saben ustedes -preguntó a sus oyentes- cuántos segundos hay en un año?". "¡Uh!" -le dice en voz baja una señora a su vecina de asiento-. Yo me conformaría con unos cuantos primeros"... FIN.