Doña Frigidia Deneige es la mujer más fría del planeta. Su frialdad es legendaria: cierto día pasó frente al escaparate de una agencia de viajes que anunciaba unas vacaciones en Tahiti, y su solo paso bastó para helar toda la cosecha de piña en esa isla. Los científicos del mundo se preguntan cómo es posible que haya sobrecalentamiento del planeta, si vive en él doña Frigidia. En lo gélido se parece a la actriz Maureen O'Hara, de la cual Elsa Lanchester dijo: "Da la impresión de que un trozo de mantequilla no se le derretiría en la boca. Ni en ninguna otra parte". Pues bien: don Frustracio, el esposo de doña Frigidia, le pidió cierta noche el cumplimiento del débito conyugal que el Código Civil impone a los esposos. "¡Pero si acabamos de hacerlo!" -retobó doña Frigidia. "Mujer -suspiró don Frustracio-. La última vez que lo hicimos fue la noche en que se estrenó la película 'King Kong', con Bruce Cabot y Fay Wray, y eso fue en 1933". "¿Y ya quieres otra vez? -rebufó doña Frigidia-. ¡Eres un maniático sexual! Además no me menciones ese film. Era la película favorita de Adolf Hitler". (Nota de la redacción: el dato consignado por doña Frigidia es rigurosamente cierto. En sus días de depresión el Füehrer ordenaba que le proyectaran esa cinta, y su ánimo mejoraba. Doña Frigidia podrá ser todo lo que quieran, pero en lo relativo a trivia cinematográfica pocos habrá que la superen). "Tendré que ir entonces con la vecina -anunció don Frustracio-. Rebajaré 500 pesos del gasto de la casa, que es lo que ella me cobra por cada acto". "¡500 pesos! -clamó doña Frigidia-. ¡Pero si yo a su esposo no le cobro nada! Hablaré con ella, para poner las cosas en su lugar. Una cosa es una cosa, y otra cosa es otra cosa"... La última frase proferida por doña Frigidia tiene mayor profundidad que la que se ve a primera vista. En el caso de Iztapalapa, por ejemplo, una cosa es el turbio manejo que hizo con "Juanito" el señor López Obrador, y otra cosa es lo que la ley señala. Le reprochan al tal Juanito no hacer honor a la palabra que empeñó. Pero ¿acaso tienen palabra los políticos? En buena parte la política consiste en prometer a sabiendas de que no se va a cumplir. Ahora los secuaces de López Obrador nos salen con la embajada de que Juanito ha perdido la razón, como lo prueba el hecho de haberse metido a actor. Menor locura es ésa, creo yo, que cerrar por varias semanas el Paseo de la Reforma. Pero a lo mejor los lopezobradoristas piensan también que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Lo cierto es que por encima de manipuleos de politiquería, sean cuales fueren sus efectos, en estricta legalidad el ya famoso Juanito es el verdadero delegado de Iztapalapa. Así las cosas, sólo por medio de la ley puede dilucidarse este curiosísimo conflicto, que da idea de la pedestre altura en que se mueve la política en el Distrito Federal... La señora reprende a la criadita: "Mi hermano me dice que cada vez que viene coqueteas con él. Sólo falta que hagas lo mismo con mi esposo". "De eso no tenga cuidado la señora -responde la pizpireta fámula-. Con él rompí definitivamente la semana pasada"... Sigue ahora un cuento color púrpura. Las personas con escrúpulos morales sáltense hasta donde dice FIN... Se casó Trisagia, muchacha rezandera. La noche de las bodas su novio entró en el baño. Pensó así darle tiempo para decir sus oraciones. Cuando salió, sin embargo, vio con sorpresa que su flamante mujercita estaba desnuda sobre el lecho; en decúbito supino, o sea de espaldas; flexionadas la piernas, y entreabiertas, en lasciva actitud de cortesana. "¡Pero, mi amor! -exclamó con azoro el galán-. ¡Yo pensé que te iba a encontrar de rodillas!". "Ah, no -rechaza ella-. En esa posición siempre me da hipo"... FIN.