Recibes una carta así, y la luz se hace. Te sientes bueno; los diluvios y fuegos de los dioses no caen sobre tu casa, como si un prodigioso paraguas la cubriera. Mónica me envió una de esas cartas. En ella me dice esto: "Mi papá siempre leía su columna. Yo vivía en otra ciudad, pero no pasaba día sin que habláramos por teléfono. En una ocasión me llamó y me dijo que quería leerme uno de sus artículos. En él hablaba usted de su perro, el Terry, y de cómo una vez, al despertar de pronto, el perrito persiguió por error la sombra de una mariposa. Y escribió usted: 'No te apenes, Terry. Yo mismo me he pasado la vida persiguiendo sombras, y no me da vergüenza. Porque hay luz es que hay sombras. Duerme tu sueño, Terry, como yo duermo el mío. Quién sabe qué mariposas y qué luces miraremos los dos al despertar'. Emocionado me leyó mi papá ese texto suyo. Le pregunté por qué se ponía triste, y calló. Sólo me dijo que había sentido la necesidad de compartir eso conmigo. Una semana después falleció. Luego del sepelio busqué entre sus pertenencias el recorte. Estaba segura de que lo había guardado. Finalmente lo encontré, y leyéndolo hallé la paz y calma que necesitaba. Le agradezco profundamente esas palabras que escribió: en ellas encontró mi papá el modo de despedirse. Me sentí con el compromiso de compartir con usted esta historia, pues su misión, lo sepa o no, ha sido la de mover los corazones y las mentes de sus lectores. Quienes me conocen saben que ahora me gustan mucho las mariposas, pero pocos saben el significado que tienen para mí. Son el recuerdo de mi padre, y son también la imagen de la vida que tengo y que -lo sé- tendré después de la muerte". El texto a que se refiere Mónica está en "Mi perro Terry", el más reciente de mis libros. En él hablo de mi amado cocker spaniel, y a propósito de él hablo de la vida, de Dios, de la naturaleza, y -sobre todo- del amor, porque en el amor se resumen toda la vida, toda la naturaleza y todo Dios. El próximo domingo, a las 12 horas, presentaré en la Feria del Libro de Guadalajara "Mi perro Terry", ese amoroso libro mío, uno de los que quiero más, y que sacó a la luz mi casa, Diana, del Grupo Editorial Planeta. Sé que conmigo estarás tú, pues eres uno de mis cuatro lectores y me acompañas siempre en mis andanzas de juglar. Recordaré contigo anécdotas de mi gozosa vida; narraré cosas de picardía y travesura; diré del entrañable afecto que nos inspira un perro o una perrita, amables y amorosísimas criaturas que comparten su vida con nosotros, y que nos hacen ser mejores. Te espero, pues, el próximo domingo en la FIL, salón número 4, a las 12 del mediodía, para charlar contigo, darte un abrazo, y retratarnos juntos. Hablaremos, sobre todo, de nuestros perros, esas criaturas celestiales que el buen Señor nos regaló para que no nos sintamos nunca solos... La niña de la casa iba a salir por primera vez a solas con su novio. "Hija mía -le dice, solemne, el genitor-. Recuerda la diferencia entre el mal y el bien". "Sí, papá -responde la muchacha-. Ustedes me enseñaron todo lo relativo al bien. Lo demás me propongo aprenderlo por mi cuenta"... Viene ahora un cuento de subidísimo color. Las personas que no gusten de leer cuentos de subidísimo color tienen dos opciones: suspender aquí mismo la lectura o pedir a otra persona que se los lea... Una joven mujer llegó a la policía y dijo: "Un moderno abusador me molestó en el cine". Le pregunta el oficial de guardia: "¿Por que dice usted que es moderno?". Explica la mujer: "Porque todo lo hizo digitalmente"... FIN.