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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Llegó Susiflor a su casa, y con lágrimas en los ojos le dijo a su papá: "Tú me has enseñado que en esta familia el honor de las mujeres se ha trasmitido de generación en generación". "Así es, hija mía" -responde solemnemente el genitor. Declara Susiflor rompiendo en llanto: "¡Pos en la mía acaba de fallar la trasmisión!"... Un señor se quejaba con el gerente del hotel. "Los botones buscan cualquier pretexto para sacar una propina -decía disgustado-. Pedí que me llevaran un dominó a mi cuarto, y el botones me llevó las 28 fichas una por una"... Don Astasio sorprendió a su esposa en trance de coición con alguien a quien conocía. Le dice muy mortificado: "Facilisa: la semana pasada te hallé con un amigo mío del club; antier con un amigo mío de la oficina; ayer con un amigo mío del casino, y hoy te sorprendo con un amigo mío del café. ¿Qué no te puedes buscar tus propias amistades?"... A la hora de la comida, juntos el papá, la mamá y Pepito, le dice el niñito muy serio a la señora: "Mamá, necesito que me precises una cosa: la nueva niñera ¿la contrataste para que me vista y me desvista a mí, o a mi papá?"... Decía un economista: "Hay tres clases de economistas: los que saben contar y los que no". Con eso quería señalar traviesamente sus propias dudas acerca de la ciencia que profesaba. No es el único economista que tiene esa actitud. Galbraith manifestaba: "La ciencia económica es muy útil para impulsar la creación de empleos... para los economistas". Walter Heller definía así a un economista: "Es el que ve algo funcionando en la práctica, pero lo descalifica porque no se ha comprobado que pueda funcionar en la teoría". Yo, a pesar de no ser economista, tampoco sé nada de economía. Tengo motivos, sin embargo, para pensar que en lo económico el próximo año será mejor que éste. Claro que después de lo que hemos visto no es difícil augurar que cualquier año será mejor que éste. Tengo, sin embargo, la asesoría de la mejor economista que conozco, y ella me dice que hay indicios de mejoría para el 2010. Esa notable economista es mi mujer, que vio este año desplomarse nuestros ingresos por la recesión y la influenza, y ahora empieza a ver un tímido repunte en nuestra actividad. No nos entreguemos al pesimismo, pues, y pensemos que vienen días mejores. Con nuestro trabajo los podemos crear... Empédocles Etílez y Astatrasio Garrajarra, ebrios consuetudinarios, profesaban la máxima filosófica según la cual "El vino eleva el espíritu, convéngale al cuerpo o no". En cierta ocasión se corrían una de sus metódicas parrandas, cuando le vino en gana a Empédocles añadir a los placeres de Baco los de Venus. Movido por ese impulso de libídine le propuso a su amigo visitar una casa de mancebía. Astatrasio estaba cansado: la parranda duraba ya desde el domingo (de Ramos). Así, aprovechó el extremo grado de beodez de Empédocles, y en vez de conducirlo al lupanar lo llevó derecho a su casa -a la de Empédocles-, lo recargó en la puerta, hizo sonar el timbre y se alejó con pasos expeditos. Abrió la puerta la mujer de Empédocles. La miró éste con vidriosa mirada y exclamó enfurecido: "¡Ah, conque aquí trabajas en mis ausencias, mujer infame!"... Una turista visitaba Escocia. Ve un escocés vestido con la típica faldita, y acercándose a él le dice: "Perdone usted, señor, ¿me permite unas palabras?". "Diga" -responde secamente el escocés-. "-Disculpe la indiscreción -dice la turista-, pero siempre he tenido la curiosidad de saber qué traen ustedes los escoceses abajo de la faldita". "Señora -contesta el escocés-, soy hombre de pocas palabras. Permítame su mano"... FIN.

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