Afrodisio Pitongo, galán concupiscente, obtuvo de Susiflor la gala preciadísima de su impoluta doncellez. Ella se había resistido en un principio, pero el untuoso galán la convenció, y finalmente la muchacha rindió la fortaleza de su antes incólume decoro, de su integérrimo pudor. Cuando, agotados los arrebatos de la pasión insana, terminó el punible trance de aquel carnal amor, exclamó Susiflor con mucha pena, acuitada por la vergüenza y por la contrición: "¡Afrodisio! ¡Esto que acabamos de hacer no tiene nombre!". "El nombre es lo de menos -replicó el cínico tenorio-. Lo malo es que tampoco va a tener apellido"... Don Martiriano, sufrido esposo, le preguntó con voz doliente a su feroz mujer: "Jodoncia: ¿por qué no podemos tener un triturador de basura, como todos los demás?". Le contesta enojada la mujer: "¡Cállate y sigue masticando!"... He aquí una lista -muy abreviada- de cosas que no habremos de ver el próximo año... La unidad de los partidos de la izquierda... Una nueva actitud de los partidos, que los haría poner el interés de la nación por encima de sus intereses... La aprobación de las reformas políticas propuestas por el presidente Calderón para hacer que los ciudadanos cuenten más y los partidos menos... La disminución de la violencia... Una actitud de mayor humildad en algunos jerarcas del catolicismo, y de mejor comprensión del mundo, de este tiempo y de los hombres... Un fortalecimiento consistente de nuestra economía... La llegada a la Administración calderonista de gente más capaz, ya no de gente más amiga... Menos impuestos... Precios más bajos... Todas esas cosas, y menos adjetivos en esta columnejilla, es lo que no vamos a ver el año 2010. Lo que veremos, eso ningún humano lo puede ahora saber. Y menos yo, que soy el peor de todos... Don Algón entrevistaba al nuevo empleado. "¿Cuál es su nombre?" -le pregunta. Responde el tipo: "Jojosé Pepepérez". "Raro nombre" -se extraña don Algón. Explica el individuo: "Debería llamarme José Pérez, pero mi papá era tartamudo, y el oficial del Registro Civil era un caborón"... Aquel predicador era un avaro, un usurero, un rácano, un cutre, un cicatero, un manicorto, un roñoso, un agarrado, un cenaoscuras, un ruin, un matatías. Su esposa le dijo un día: "Voy al centro comercial". "Está bien -autorizó el avariento-. Ve allá y mira todo lo que quieras, pero no compres nada. Si te acomete la tentación de comprar algo, grita en voz alta: '¡Atrás, Satán!'. Eso te librará de la insana tentación de malgastar dinero". Horas después volvió a la casa la señora. Llevaba una caja con un vestido nuevo. "¡Gehena de fuego! -clamó el predicador, que acomodaba sus juramentos a las Sagradas Escrituras-. ¿No te dije que no compraras nada?". "Me lo dijiste, sí -concede la señora-, pero encontré un vestido que me gustó muchísimo. Me lo probé y se me veía muy bien". Rebufa el hombre: "¿Y no gritaste aquello que te dije: '¡Atrás, Satán!'?". "Sí lo grité -responde la señora-. Pero Satán me dijo: 'Por atrás también se te ve muy bien'"... Una señora le contaba a su amiga: "Ya no hallo qué hacer con mi marido. Ayer regresó a casa en la madrugada, y bien borracho". "¿Y qué le dijiste" -pregunta la otra-. "Nada -responde ella-. Me puse de genio". "¿Y él?" -pregunta la amiga. Contesta desolada la señora: "Me dijo que como estaba de genio tenía que cumplirle tres deseos. ¡Y tuve que hacer el amor con él, prepararle el almuerzo e ir a traerle unas cervezas!"... FIN.