El brujo estaba trajinando con sus calaveras, sus peroles humeantes, su lechuza y sus yerbas, cuando un feo sapo se detuvo en la puerta. "Es el lechero, -le dice el brujo a su señora-. ¡Qué hombre tan terco! ¡A pesar de lo que le hice te viene a visitar otra vez!"... La pareja de recién casados llegó a su cuarto en el hotel de la ciudad donde ese día contrajeron matrimonio. Ahí pasarían su noche nupcial, pues hasta el día siguiente tomarían el avión que los llevaría a su luna de miel. Vistió el novio su elegante pijama de seda; ella lució su vaporoso negligé. Se metieron los desposados en la cama, y apagaron la luz. Una romántica penumbra se hizo en el cuarto; sólo un leve resplandor lunar entraba por la ventana de la habitación. Se volvió el novio hacia su dulcinea; la tomó entre sus brazos y le dijo con voz emocionado: "¡Amada mía, entrégate confiada a mis caricias! ¡Voy a cortar con delicadeza de caballero la blanca flor de tu virginidad!". En ese momento la muchacha exclamó con disgusto: "¡Carajo! ¡No hay una sola cama en todo este hotel que no rechine!''... La anciana madre, que tenía el dulce aspecto de Sara García, estaba haciendo su labor de agujas, y alguien llamó a la puerta. Fue a abrir la vejuca, y apenas reconoció a su hija en la espectacular muchacha que ahí estaba, pintada como muñeca japonesa. Mascaba chicle; llevaba zapatos de tacón dorado atados con cintas al tobillo; traía medias de malla, falda cortísima, escote hasta el ombligo, y bolsa de chaquira. La anciana se sorprendió, porque hacía mucho tiempo que no veía a la muchacha. "Hola, mamá -sonríe ella-. ¿Soy o me parezco?''. "¡Ay, hija! -suspira la viejecita meneando la cabeza-. Pues si no eres, lo pareces''... Juanilita tenía una inquietud, y la compartió con Pepito. "Dime -le pregunta-: ¿a dónde va la cigüeña después de traer a los bebitos?''. Responde el chiquillo: "No sé la de tu casa. La nuestra se vuelve a meter en los pantalones de mi papi''... El manager de un equipo de beisbol le informó al dueño de la organización: "Me acaban de llegar dos nuevos pitchers. Les estoy dando entrenamiento, pues los dos tienen un defecto: uno lanza muchas pelotas bajas; el otro tira casi puras bolas altas''. Pregunta el dueño: "¿Y cuál de los dos promete más?''. Responde el manager: "El Jirafo''. "¿El Jirafo?'' -repite el propietario, extrañado por aquel raro apodo. "Sí, -dice el manager-. El de las bolas altas''... Un médico tuvo un pleito con su esposa. Salió dando un portazo, y le dijo a modo de despedida: "¡Y además eres pésima en la cama!". Cuando esa noche volvió a su casa el facultativo halló a su consorte en la alcoba con otro galeno, conocido suyo. "¿Qué es esto?" -preguntó furioso. Le explica la señora: "Pensé en lo que me dijiste al salir, y busqué una segunda opinión"... El viejito de edad más que avanzada le gritó un día a su mujer: "¡Lugarda! ¡Ven! ¡Córrele!''. Se apresuró la viejita a ir a la alcoba, y cuando llegó vio que su esposo rebosaba orgullosamente de vitalidad y de energía, igual que en los lejanos días de la juventud. Empezó la ancianita a desvestirse, pero el viejito la detuvo. "¿Qué haces, insensata? -le preguntó-. ¡Anda, ve a traer la cámara y tómame una foto! ¡Esto no me lo va a creer mi compadre!''... Llegó un sujeto al restorán y le pidió a la mesera el platillo del día. Se lo llevó la muchacha. "¿Qué es?'' -pregunta el tipo. Responde la muchacha: "Ternera con huevos''. "Perdone usted -dice el sujeto-. Entonces es ternero''. (No le entendí)... Impericio y su esposa iban por un callejón. Les salió al paso un individuo, y sació en la señora sus instintos de libídine mientras con una pistola mantenía a raya al marido. Pasado el terrible trance le dice Impericio a su mujer con triste voz: "Lo que más me dolió fue ver que te movías y agitabas como nunca lo has hecho conmigo''. "Querido -responde ella arreglándose la ropa-. Al mal paso darle prisa''... FIN.
