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Debate

Las laguneras opinan

ROSARIO RAMOS SALAS

En los últimos días he estado inmersa en un debate vía correos electrónicos, entre una persona de más de sesenta, el tío y un joven, el sobrino de 30 años.

Los dos exponen sus ideas, razonamientos, preguntas y propuestas, en un ejercicio intelectual centrado en el tema de qué ayuda hoy a los mexicanos, a salir de la crisis en la que nos encontramos.

¿Qué pasa con la educación en México, por qué no funciona?, ¿por qué las noticias tan desalentadoras de los últimos día sobre disminución histórica del PIB, crecimiento de la tasa de desempleo, baja de remesas hasta de 18%. Y como consecuencia de todo esto, más pobreza, más delincuencia.

¿Cómo vamos a recuperarnos? ¿Y cuándo? se cuestionan entre otras cosas.

Correos van y correos vienen y ellos siguen preguntándose y respondiéndose. Me sorprende el uso que puede dársele a la comunicación digital, para debatir ideas, a manera de conversación platónica, entre personas que viven en diferentes ciudades de nuestro país y en el extranjero. Es como estar participando de una conferencia a control remoto. La Red sirve para debatir y confrontar ideas. Por un lado, las ideas de un joven profesionista que intenta abrirse paso en el mundo de trabajo en México y en el otro, las de un adulto, profesor en una universidad en Estados Unidos.

El joven se pregunta: ¿Quién no ha escuchado que nuestra cultura se está acabando, que la educación va mal, que la sociedad se está descomponiendo, que la política ha tocado fondo? El adulto responde: presta atención al progreso de las ciencias, para corroborar que nuestra cultura no se está acabando. Por ejemplo, a 400 años de Galileo y se conocen 360 planetas exógenos- aquellos planetas que existen en otros sistemas solares, por ejemplo.

El joven afirma: nuestra cultura está perdiendo fundamento, está desapareciendo.

El adulto le contesta: Si hablamos de la cultura mexicana el comportamiento de la sociedad durante la emergencia sanitaria demuestra que tal afirmación es falsa. México ni hizo caso de las opiniones de los profetas tropicales ni cayó en el pánico a pesar del alto costo que tuvo que pagar. Esta actitud honrosa, honesta, protectora de los mexicanos, ¿significa que estamos perdiendo nuestra cultura? No lo creo.

Siempre damos esos ejemplos dice el joven, como cuando el temblor del 85, en el que los mexicanos mostramos al mundo un gran carácter, fuimos capaces de organizarnos ante un evento de esa magnitud.

No es suficiente con que tengan que pasar grandes catástrofes para que nos salga el carácter y la fuerza. Mientras que en el día, a día, no respetamos la Ley ni el Estado de Derecho. Por ejemplo en el trato a los viejitos, siempre se dice que en México les tenemos un gran respeto y que en Europa no. ¿Qué sociedad es más respetuosa? la que sólo dice que trata bien a sus viejitos y a la hora de organizarse para sacar adelante una Ley coherente de pensiones y seguridad social, nada más no avanza o una sociedad que se organiza para darles lo que requieren aunque en el trato callejero del día a día no parece importarle mucho?

Como a la mayoría de los mexicanos, a este par de dialogantes, también les preocupa el tema de la educación. Hace unos días iniciaron las clases y nos enteramos del resultado tan vergonzoso de maestros que no aprobaron el examen de selección. Entonces el joven se pregunta: ¿Cuál es nuestra idea del conocimiento en el mundo de hoy?, ¿qué influencia tiene en nuestra cultura y sociedad? y ¿qué tipo de conocimiento demanda nuestra sociedad de hoy? Preguntas muy actuales cuando a lo mejor lo que pasa es que la sociedad de hoy demanda un tipo de educación que nuestro sistema no está ofreciendo.

El tío responde: tú eres abogado, tu padre administrador, yo soy profesor. ¿Qué nos une? Un comportamiento, una conducta, una ética o conjunto de valores para los distintos ámbitos de la actividad humana. ¿Qué sustenta a la ética? La verdad, la aplicación de los métodos adecuados para descubrirla. Todos lo hacemos: Galileo nos enseñó el camino en las ciencias naturales, los contadores se certifican para conocer el rumbo de las empresas y de la administración pública. Los abogados usan sus propios métodos edificados sobre la confianza, el intercambio y las pruebas. Albert Camus, el gran filósofo argelino decía que la búsqueda de la verdad es la brújula necesaria.

Al joven le molesta cómo los medios de comunicación intentan apropiarse de los triunfos que han tenido dos astronautas Olivas y Hernández, de origen mexicano, en el país vecino. ¿Es de verdad un logro para México?, se pregunta. No lo cree. Los astronautas en cuestión tienen que agradecer al país que nada más le dio su afición por las tortillas y no la vida y la educación que merecían, porque sus padres tuvieron que migrar en búsqueda de un mejor futuro. Estamos desesperados por héroes, quizá, también sea una muestra de que nos estamos perdiendo, concluye.

Qué triste que los héroes los tengamos que ir a buscar en otras latitudes porque aquí no los encontramos por ningún lado. Las figuras que los jóvenes tienen para imitar son los narcos que salen en listas de millonarios o las Gordillos que lucran con plazas y venden sus votos.

El debate continúa, las ideas se confrontan, se pulen, se enriquecen y quizá luego vendrán las soluciones. ¿No podríamos utilizar esta herramienta en la educación?

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