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Deforestación, primera fuente emisiones de CO2 de Indonesia

EFE

La brutal deforestación propiciada por la conversión de selvas en concesiones madereras, papeleras, minas y en plantaciones de palma aceitera es la principal fuente de emisiones de CO2 de Indonesia, el tercer país más contaminante.

Las cifras que manejan los expertos y activistas son alarmantes: si la tala y quema de bosques es responsable a nivel global del 20 por ciento de las emisiones de gases contaminantes, ese porcentaje medio se triplica en Indonesia.

"Entre el 60 y el 70 por de las emisiones de Indonesia provienen de la deforestación provocada por la minería, el aceite de palma y las compañías papeleras y madereras", asegura Bustar Maitar, responsable de campañas forestales de Greenpeace en el archipiélago durante una visita a Sumatra.

La situación es especialmente grave y de relevancia mundial, argumenta, porque Indonesia es el tercer país del mundo por masa forestal, además de ser la nación que más rápidamente está arrasando sus selvas.

"La solución pasa por que el Gobierno imponga una moratoria inmediata a la conversiones forestales. Eso reduciría las emisiones y evitaría el desastre", añade Joko Arif, jefe de campañas forestales de Greenpeace en el Sudeste Asiático.

El presidente de Indonesia, Susilo Bambang Yudhoyono, se comprometió antes de la cumbre de Copenhague a reducir las emisiones de su país hasta un 41 por ciento para 2020 si recibe financiación internacional.

No obstante, el Ministerio de Bosques indonesio reconoció posteriormente que no se ha concretado cómo llevar a cabo esa reducción.

"Detener la deforestación es la forma más barata y sencilla de reducir emisiones", apunta Joko Arif, que considera que tras la falta de "voluntad política" del Gobierno hay "motivos económicos".

Una de las cuestiones que se está abordando en Copenhague es cómo poner en funcionamiento un programa global de conservación de los bosques tropicales de Indonesia, Brasil y Congo, el denominado programa REDD, pero el debate ha encallado en el escollo de la financiación.

Mientras tanto, el Ejecutivo indonesio sigue adelante con su plan de ampliar el área destinada a plantaciones de aceite de palma de los actuales siete millones de hectáreas a veinte en 2020, para afianzar su hegemonía en el mercado de esta materia prima empleada en cosméticos, alimentos y biocombustibles.

La fiebre del aceite de palma, el cultivo "milagro" que prometía combustibles ecológicos y desarrollo económico en países emergentes, va camino de convertirse en el principal motor de la deforestación y el cambio climático en Indonesia.

Además de su repercusión en el calentamiento global, la deforestación está causando otros graves problemas al medio ambiente y a las comunidades rurales en Indonesia.

Animales endémicos e icónicos del archipiélago como el dragón de Komodo, el orangután, los rinocerontes de Java y Sumatra, el tarsero, el tigre y el elefante de Sumatra, y el cálao se encuentran cada vez más amenazados por la destrucción de su hábitat y la falta de alimento.

Asimismo, decenas de millones de indonesios que habitan en comunidades rurales y basan en los bosques tropicales su modo de supervivencia tradicional ven en peligro su porvenir.

La propia geografía nacional está en juego con el calentamiento global que espolea la deforestación: varios centenares de pequeñas islas indonesias podrían desaparecer bajo las aguas si el nivel del mar se eleva un metro para 2100, según estimaciones de Naciones Unidas.

"Si no se alcanza un acuerdo vinculante en Copenhague, vamos a arruinar nuestro futuro", concluye Joko Arif.

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