Difícil tarea. El presidente Shimon Peres, a la derecha, estrecha la mano de BenjamínNetanyahu después de encargarle la difícil tarea de formar un Gobierno estable. EFE
El primer ministro designado de Israel, Benjamín Netanyahu, tiene ante sí el difícil reto de formar un Gobierno estable, luego que el presidente Shimón Peres le encomendara la tarea ayer.
Para lograr su cometido Netanyahu depende ahora de que sus rivales de Kadima y el Laborismo le extiendan un colchón de salvamento frente, paradójicamente, a los mismos aliados de extrema derecha que le dieron su apoyo.
El líder del conservador Likud, Benjamín Netanyahu se entrevistará el domingo con la dirigente de Kadima, Tzipi Livni, para negociar la posibilidad de que se sume a la coalición.
Tras haber recibido el encargo del presidente, el líder del partido derechista Likud reconoció abiertamente su necesidad de incorporar a ambos partidos de centro, a los que aseguró que será "generoso" en sus ofertas coalicionarias.
"Estoy dispuesto a ir lejos en las negociaciones para levantar un Gobierno de unidad", dijo Netanyahu a Peres, quien lo había exhortado a 'escuchar los sentimientos del pueblo'" sobre que no forme un Gobierno sólo con partidos ultraderechistas.
Netanyahu obtuvo la designación de formar Gobierno tras ser recomendado por 65 diputados de los 120 que tiene el Parlamento israelí, frente a los 28 que lo hicieron por la canciller Tzipi Livni, jefa de Kadima, el partido que más votos obtuvo en las elecciones.
Desde que se conocieron los resultados de las elecciones del 10 de febrero, los analistas señalaron el problema que se creaba por no contar Livni con respaldo suficiente, y que a Peres no le quedaba más remedio que entregar el Gobierno a Netanyahu, segundo en los comicios.
Pero también quedó constancia que tras haberse desplomado la izquierda y verse muy fortalecida la derecha, el Gobierno que puede formar quien ya fue primer ministro entre 1996 y 1999 no es precisamente el que él desea.
La reserva parlamentaria de Netanyahu consta de 27 diputados del Likud, 15 de Israel Beiteinu, 11 de Shas, cinco de Judaísmo de la Torá, cuatro de Unidad Nacional y tres del Hogar Judío.
Sesenta y cinco escaños marcados por un toque nacionalista y religioso fanático que hacen prever que el Gobierno caerá en la inmovilidad en todos aspectos."Los últimos comicios expusieron las enfermedades del sistema electoral israelí: el desplome de los partidos grandes, la entrega del poder a los partidos más pequeños y, sobre todo, se ha perdido la verdadera representación de los deseos del pueblo", señalan las periodistas Nehama Duek y Tova Tzimuki del diario Yediot Aharonot.
Escaso margen
Con las riendas del poder. ⇒ Netanhayu es consciente de que será primer ministro, pero no por una abrumadora victoria, sino por los cálculos matemáticos necesarios para conformar una mayoría parlamentaria.
⇒ Nació en Tel Aviv, fue educado en EU y es licenciado en administración.
