Al menos que sufra un colapso total, Sonia Sotomayor será confirmada como magistrada en la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos.
Así lo dijo el senador republicano, Lindsey Graham, durante el feroz interrogatorio de varios días al que fue sometida la jueza Sotomayor, quien se convertirá en la primera mujer hispana en alcanzar tan prestigiado cargo público.
Pero el camino ha estado lleno de piedras. La puertorriqueña de 55 años luchó desde su niñez en el barrio Bronx de Nueva York para subsistir en tiempos cuando los latinos eran discriminados abiertamente por la sociedad norteamericana.
Sonia Sotomayor realizó una brillantísima carrera académica que incluyó su paso por las prestigiadas universidades de Princeton y Yale. Su carrera judicial en grande la inicia en 1991 cuando el presidente George Bush padre la propone como jueza de Distrito, cargo que ocupó a partir de 1992. En 1998 el presidente Bill Clinton la nominó para encabezar el juzgado del segundo distrito de la Corte de Apelaciones, puesto que ejerció hasta que recientemente el presidente Barack Obama la designó para formar parte del selecto grupo de la Suprema Corte de Justicia.
No es pues su sangre hispana o latina lo que motivó que llegara a tan alto nivel del sistema judicial. Tampoco por su condición de mujer y menos por el hecho de ser considerada una demócrata moderada.
Sonia Sotomayor se ha ganado a pulso y gracias a su profesionalismo cada puesto que ha ocupado, por ello y a pesar de los duros cuestionamientos que ha recibido por parte de los senadores republicanos será ratificada en breve, salvo que "sufra un colapso total" situación que se observa remota en estos días.
Viene esto a cuento porque en Estados Unidos infinidad de agrupaciones hispanas han lanzado las campanas a vuelo al afirmar que este nombramiento es una conquista de los latinos y que el siguiente escalón será llegar a la Casa Blanca.
En un país en donde los hispanos con casi el 15 por ciento de la población total se han convertido en la primera minoría racial, estos gritos triunfalistas resultan comprensibles, pero se olvida que finalmente es la capacidad, preparación y calidad humana de una persona lo que permite el ascenso en el competido mundo profesional.
Barack Obama jamás hubiera llegado a la Casa Blanca de no contar con una carrera política y una preparación ejemplares. Obviamente le ayudó muchísimo el desastroso Gobierno de George W. Bush y la ausencia de contrincantes más sólidos, pero no llegó al poder por su origen afroamericano. Al contrario los perfiles raciales minoritarios hacen todavía mucho ruido en los Estados Unidos como lo hemos advertido en el caso de Sonia Sotomayor. Muchos de los senadores republicanos han centrado sus cuestionamientos en los aspectos personales de la futura magistrada y poco se ocupan de sus valiosos antecedentes.
En el mundo hispano tenemos un largo camino por andar. Son todavía escasos los ejemplos similares a la jueza Sotomayor y algunos acaban mal como fue el caso del ex procurador general de Justicia, Alberto Gonzales, quien se prestó a manejos turbios durante su gestión en el Gobierno de Bush.
Otro caso controversial es el alcalde de Los Ángeles, Antonio Villarraigosa, quien perdió puntos al meterse en un enredo de faldas y acabar con su matrimonio de muchos años.
Sotomayor mantiene algunas posturas polémicas como es su apoyo al aborto, pero en la Suprema Corte podría moderar sus opiniones y convertirse en un ejemplo para todo el país y muy en especial para la comunidad hispana.
No se trata, pues, de alcanzar puestos políticos para demostrar una supremacía racial sino de promover en cada hispano los mejores valores para convertirlos en ciudadanos y profesionistas de éxito. Lo demás vendrá por añadidura como será la llegada a la Casa Blanca.
Envía tus comentarios a
Osahealy@hotmail.com