"Democracia es un sistema que asegura que sólo seremos gobernados tan bien como merecemos".
George Bernard Shaw
Los hondureños tendrán una elección presidencial este domingo 29 de noviembre. El proceso electoral ha sido hasta ahora libre y abierto. La legislación hondureña, de hecho, es más democrática que la mexicana. Uno de los candidatos, por ejemplo, es independiente, lo cual sería imposible en México porque los partidos se han dado a sí mismos un monopolio en el acceso a los cargos de elección popular. No hay en Honduras, por otra parte, prohibiciones a las críticas entre candidatos o partidos, ni a que los ciudadanos contraten espacios en los medios para expresar sus puntos de vista.
Sin embargo, muchos gobiernos del mundo, entre ellos el mexicano, se niegan a reconocer la legitimidad del proceso electoral. La razón es que el presidente Manuel Zelaya fue depuesto por violar la Constitución y desacatar reiteradamente los fallos de los tribunales. La medida fue considerada legítima por el Congreso y la Suprema Corte de Justicia de Honduras, las instancias máximas que establece la Constitución; pero los gobiernos extranjeros se consideran superiores a esa Ley.
Entre los regímenes que cuestionan la falta de democracia en Honduras está el cubano, que no ha tenido elecciones democráticas desde el triunfo armado de Fidel Castro en 1959. También el de Venezuela, que bajo Hugo Chávez ha utilizado toda la fuerza del Estado para aniquilar a la oposición. El brasileño de Luiz Inácio Lula da Silva no sólo no reconoce la legitimidad del Gobierno de Honduras y de las próximas elecciones sino que mantiene al depuesto presidente Manuel Zelaya en su embajada en Tegucigalpa.
Hay que aplaudir el entusiasmo de estos gobiernos por la democracia. Lástima que sólo la apliquen a ciertos casos.
Esta semana Lula y Chávez recibieron con honores a Mahmud Ahmadineyad, reelecto presidente de Irán el 12 de junio en unos comicios aparentemente fraudulentos. Las irregularidades electorales provocaron multitudinarias protestas que fueron violentamente reprimidas. Varias personas murieron: no sabemos cuántas porque las autoridades iraníes censuraron a los medios tradicionales y al Internet. Alrededor de cuatro mil manifestantes fueron detenidos. Muchos fueron torturados. Ochenta y uno han sido castigados con penas carcelarias de hasta 15 años. Cinco están condenados a muerte (Payvand Iran News).
Si realmente Lula y Chávez tuvieran la pasión por la democracia que los ha llevado a desconocer las elecciones hondureñas, habrían detenido y enjuiciado a Ahmadineyad en lugar de tratarlo como visitante distinguido. Pero sólo defienden la democracia cuando les conviene.
La Secretaría de Relaciones Exteriores de México, que violando la doctrina Estrada sigue reconociendo a Zelaya como "presidente legítimo" de Honduras, se ha negado a opinar sobre las elecciones del domingo. Pero este 24 de noviembre la secretaria Patricia Espinosa se pronunció "a favor de la democracia" en una reunión ministerial de los países del Arco del Pacífico en Puerto Vallarta. No dijo, sin embargo, a qué democracia se refería. Por lo pronto, quien representaba a Honduras no era el ministro de relaciones del Gobierno sino el de Zelaya. Me imagino que a partir de ahora será el secretario de Relaciones Exteriores del "gobierno legítimo" de Andrés Manuel López Obrador el que represente a México en el exterior.
¿Qué pasará después de los comicios de este domingo en Honduras? ¿Seguirá negándose el Gobierno mexicano a reconocer la legitimidad de un régimen surgido de las urnas? ¿O retiraremos nuestro reconocimiento a Irán, Cuba, China, Corea del norte y Venezuela?
El propio Gobierno reconoce que las secretarías de Turismo, Reforma Agraria y Función Pública no son necesarias, pero el Senado votará hoy por preservarlas. Dicen que no cuestan mucho: sólo 10,379.5 millones de pesos en el 2010. En el peor de los casos, los senadores pueden aumentar más los impuestos para sostenerlas.