La pérdida de la confianza en quienes encabezan las instituciones lleva a la ruina al país.
Nadie cree en nadie, nadie cree en nada, y unos a otros nos miramos con profundo recelo, dudando si lo que dice o hace el otro es cierto. Lo peor de esto es que, con ínfulas de autoridad moral, se reclama al otro conducirse conforme a principios o derechos, valores que quien los exige ni adopta ni practica. Son contados quienes exigen lo que ofrecen, quienes reclaman lo que practican.
Así, el país se hunde en la desconfianza, en la incapacidad para remontar la crisis que ya no sólo abrasa y abraza la economía, la política y a la sociedad sino también a los valores fundamentales de todo Estado democrático y de derecho.
Día a día, la desconfianza crece. Siempre hay un motivo para vulnerar la certidumbre jurídica, política, económica y, entonces, no se ve la hora de poder creer en algo y descargar ahí el esfuerzo y la energía.
***
¿Ejemplos? Sobran. Los ministros de justicia no gozan de credibilidad y, entonces, su resolución sobre el caso Acteal es motivo para ponerse el cuchillo entre los dientes.
Unos porque están seguros de que los estudiantes y maestros del CIDE que impulsaron la revisión del caso sirven, ¡por favor!, junto a los ministros, a los siniestros intereses de los grupos paramilitares a quienes se imputa el crimen. Otros porque ven, en quienes quieren mantener en la cárcel a los campesinos indebidamente inculpados, un ánimo de revancha y venganza, pero no un juicio fincado en derecho, importándoles muy poco sumar una injusticia a otra injusticia.
Lo más grave de esa matanza es que se pudo haber evitado. Se advirtió oportunamente de su probabilidad y, sin embargo, el señor secretario de Gobernación de entonces que cayó del puesto por lo mismo, Emilio Chuayffet está a punto de reestrenar fuero como diputado.
***
¿Ejemplos? Sobran. Hoy la sociedad debería estar conmovida y dispuesta a manifestarle plena solidaridad al presidente de la República que, de acuerdo con información oficial, está amenazado de muerte por el crimen. Sin embargo, el hecho no conmueve. No conmueve porque el anuncio oficial de esa amenaza se pronuncia con enorme ligereza y sin respaldo informativo serio. Luego, como si eso bastara para diluir la amenaza, se mutila el comunicado oficial donde constaba.
Poco importa que a ese comunicado oficial siga, dos días después, una cartulina presumiblemente suscrita por el crimen, reiterando la amenaza y jurando que se hará efectiva.
La reacción oficial frente al desplante, no pasa de la bravuconada. El jefe del Ejecutivo la desaira diciendo que no será la primera ni la última, y el responsable de la política interior asume la actitud de a quien el narco le hace los mandados: le preocupa la amenaza a la ciudadanía, no al jefe de Estado. ¿Puede un secretario de Gobernación zanjar así el asunto?
¿Cómo confiar si lo que se anuncia primero como un hecho gravísimo, después se resuelve como un asunto absolutamente intrascendente? Decir primero que el presidente de la República está encañonado por el crimen y decir después que no importa, no ayuda a reponer la confianza.
***
¿Ejemplos? Sobran. Con bombo y platillo, quizá, para impactar al distinguido visitante Barack Obama, se anuncia la intervención del probablemente más grande narcolaboratorio del planeta. En los hechos, se trata de un rancho una y otra vez señalado como el refugio del inatrapable capo del narcotráfico Joaquín Guzmán Loera.
Se hace el inventario de la hazaña. Tantos kilos de esto, tantas cuatrimotos y camionetas, tantas prendas de vestir
***
¿Ejemplos? Sobran. Se estrena un corredor vial con emisiones cero. Corren los trolebuses por el Eje Central y el pasaje disfruta el renovado transporte. Los vehículos contaminantes que antes circulaban por el flamante corredor circulan ahora por otro eje, donde sus emisiones aumentan porque ni siquiera se previó el carril de contraflujo.
La confianza va al suelo. Mayor engaño no puede haber. Si al menos se anunciara el traslado de las emisiones de un lugar a otro se agradecería la sinceridad, pero no: la autoridad, en este caso capitalina, segura está que nadie advertirá el fiasco.
***
¿Ejemplos? Sobran. El secretario de Hacienda reconoce que el país vive un "shock" económico, mientras el presidente de la República asegura que sólo es un temporal.
Lo cierto es que la crisis de credibilidad, la desconfianza, arruina de más en más al país y su clase dirigente no ve la necesidad de dar certidumbre a la nación.
Estimado René:
A reserva de que lo conversemos personalmente -porque nos debemos una larga plática-, creo conveniente hacerte algunos comentarios sobre tu artículo del sábado pasado.
Celebro que coincidamos en la tesis de que es fundamental un análisis sobre las causas de la derrota electoral de Acción Nacional. Sin embargo, no comparto tu afirmación en el sentido de que yo haya "hecho de la flotación mi deporte favorito".
Si hubiera actuado de esa manera, no habría mantenido una posición pública -consistente de principio a fin- para solicitar, primero, la reflexión de los resultados del 5 de julio pasado y, después, la elección de nuestro jefe nacional.
Pero también pienso que no consideras algunas otras acciones, iniciativas y reformas que contradicen tu aseveración, a la luz de las reacciones que han generado: mi oposición a la llamada Ley Televisa; la reforma electoral; la iniciativa para combatir los monopolios; la iniciativa para crear la Secretaría del Interior; la iniciativa para constitucionalizar los derechos humanos; la reforma que establece un régimen de incompatibilidad de funciones de los legisladores; la reforma para regular los salarios de los funcionarios públicos, entre otras.
Además, en los últimos meses he realizado públicamente una autocrítica en la que incluyo lo que hemos dejado de hacer como partido gobernante. Ése fue el fundamento para pedir que primero lleváramos a cabo una reflexión y después la elección de nuestro jefe nacional. Por ello, y como Reforma ha dado cuenta, he recibido varios golpes arteros precisamente por no "flotar", para utilizar tu misma expresión. Te envío, como siempre, un saludo cordial.
Atentamente,
Senador Santiago Creel Miranda.
_____________
Sobreaviso@latinmail.com