México, en general, es un territorio montañoso. Entre los mares y la parte central corren la Sierra Madre Oriental y la Occidental, hasta cerrarse en el Sur en un nudo que se ha llamado de Cempualtepetl. Las Californias y el Noroeste continental son tierras áridas o desérticas (Desierto de Sonora) y las Mesetas del Norte y del Centro forman parte del Desierto Chihuahuense, más o menos severo según altitudes, meridianos y paralelos. Lo que es común a toda la nación es que “el 97% del territorio nacional está afectado en diferente grado por procesos de degradación del suelo, pero lo más crítico es que aproximadamente el 60% del país presenta un grado severo o muy severo de uno o más procesos de degradación; en algunas áreas, más de un proceso está actuando a ese nivel”.
Esta degradación, traducida a desertificación, ha sido y continúa siendo el resultado de malos manejos efectuados por el hombre. Se llama Desertificación a “la disminución del potencial biológico de producción del ecosistema (por lo que) la tierra tiende a parecerse a un desierto” (ONU, 1978). “La Desertificación es un proceso que una vez generado por el hombre, se incrementa en magnitud e intensidad, pudiéndose decir que su velocidad es de efectos multiplicadores” (ONU, 1978).
El suelo contiene miríadas de microorganismos que se nutren de la descomposición química del suelo y de los desechos orgánicos que acumula, haciendo posible la vida de las plantas, que a su vez abastece macroorganismos florísticos y faunísticos hasta llegar al hombre. Si esta capa viva de suelo se degrada o desaparece, la consecuencia será que la vida que de él dependa también disminuirá o se liquidará por completo. “El clima a través de la temperatura y la humedad es el factor que determina la producción de biomasa y de materia económicamente aprovechable, y el suelo es la fuente de nutrientes, reservorio de agua y oxígeno, y sostén de las raíces”.
Un suelo deteriorado no sólo lo está biológicamente, guarda menos humedad y sufre con más rigor la acción del viento. El suelo se erosiona por la acción del agua y del viento, mayormente cuando el suelo está descubierto, a la intemperie. La erosión hídrica “afecta el 63 de la superficie nacional en diferentes grados. Las entidades que mayor avance de la erosión hídrica presentan son Aguascalientes, Guanajuato, Coahuila, Michoacán, Zacatecas, Jalisco, Nuevo León y San Luis Potosí; con más del 45% de su territorio afectado en forma severa a muy severa” (FAO-PNMA-Conaza 1994 y Estrada Berg W. y Ortiz 1982).
La erosión eólica (del viento) se presenta en las zonas áridas o semiáridas, pero puede ser importante en las áreas con lluvias estacionales, cuando la vegetación es escasa o inexistente durante la estación seca y el suelo está seco (Ortiz et al 1994). El 93% de la superficie del país es afectado por la erosión eólica; “mayormente en San Luis Potosí, Morelos, Hidalgo, Nuevo León, Baja California, Querétaro y Zacatecas más del 80% de su superficie”. (Ortiz y Estrada B. W. 1993).
“A nivel nacional un 20% de la superficie está siendo afectada por salinización y un 15% por sodicidad. Los suelos con mayor incidencia de salinidad son: Tamaulipas, Sonora, Baja California, Chihuahua, Coahuila y Colima (FAO-PNUMA-Conaza 1994). Y los suelos con mayor sodicidad son: Campeche, Sonora, Quintana Roo y México” (FAO-PNUMA-Conaza 1994). “La superficie total con problemas graves de ensalitramiento, en los distritos de riego, asciende a más de medio millón de hectáreas, lo que representa casi el 10% de la superficie total de riego del país”. (FAO-PNUMA-Conaza).
Cuando los procesos de degradación del suelo ocurren de manera severa o muy severa, el suelo pierde el 50% o más de su poder productivo con el resultado de costos monetario, ecológico y social. Monetario, porque añadido al costo de producción se agrega el de rehabilitación del terreno: ecológico, porque “los recursos Naturales que no son aislados, reducidos o extinguidos al peligro de desaparición en un ecosistema, alteran de manera significativa e irreparable la cadena trófica (alimenticia) de ese ecosistema, por lo que su costo es invaluable, ya que significa el resultado de miles de años de evolución... más el costo de programas de acción que tiendan a restablecer la cadena trófica original a través de corredores y áreas de biodiversidad”; Social, porque “cuando un recurso se deteriora o degrada, disminuye su productividad –aguas contaminadas, suelos desertificados, vegetación alterada, animales expulsados de su hábitat (o extinguidos)- y en general no se aplican medidas de restauración, el recurso se sigue deteriorando cada vez más “…entonces, cabe abrir otras áreas al cultivo, si las hay, o importar el producto de otra región o país, castigando el costo a otras sociedades”. Este costo finalmente es pagado por la sociedad en su conjunto de manera poco equitativa, ya que a éste hay que agregar el costo de servicios como los de salud, obras públicas, educación, etc. que la sociedad (empobrecida) paga vía impuestos, deuda interna o externa. Estas adversidades generan, circularmente, pobreza y en el caso de países subdesarrollados, migración, desnutrición y mortalidad infantil “… los habitantes de gran parte de México tenían (y tienen) una dieta pobre en proteínas”, carencia substituida con comida chatarra generadora a su vez de enfermedades y muerte, sobre todo en los niños y de las áreas rurales, principalmente en las del centro y sur del país.
A la pérdida de riquezas Naturales y Humanas hay que sumar también el fenómeno del Desempleo, padre de la Migración y ésta a su vez de la fractura familiar y productiva de la tierra, cada vez más abandonada y sobreexplotada.
Fuente: Estrada Berg W., Juan W. y Torres Carral, Guillermo. Diagnóstico Ecológico-Social del Campo Mexicano. Gómez Palacio, Dgo. México,1998.