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Desierto adentro, agobio afuera

MAX RIVERA 2

Tuve muchas dudas acerca de comenzar así mi comentario, pero en fin, aún a riesgo de ser tachado de superficial y enajenado por la cultura yanqui, ahí va:

Al ver Desierto Adentro pensaba tanto en El Resplandor, el clásico de horror de Kubrick, como en la parodia que del mismo hicieron Los Simpson. En El Resplandor, la mujer del escritor frustrado se da plena cuenta del estado mental de su esposo al descubrir que en una pila de hojas, el hombre ha mecanografiado la misma frase una y otra vez. En la misma escena del episodio de Los Simpson, Marge descubre con alivio que Homero sólo escribió la frase "me siento bien", pero en ese instante un relámpago ilumina las paredes y techo del salón, totalmente pintarrajeadas por su marido enloquecido.

El recuerdo fue precipitado por dos motivos. Primero, el tema común del padre desquiciado y segundo, por el hambre de humor, negrísimo en Kubrick, brillante en Los Simpson, y totalmente ausente en Desierto Adentro. En lugar de hojas escritas a máquina, o paredes rayoneadas, la cinta mexicana nos muestra otra variante: la producción obsesiva de ex votos (esas pinturas rústicas y generalmente enternecedoras hechas por fieles agradecidos), como comportamiento sintomático de una mente desequilibrada.

Pocas cintas he visto con un tono de desolación tan profundo y constante. Tan pocas, que ahorita no recuerdo ninguna. Dramas aún más peliagudos, tragedias incluso, se dan de vez en cuando un descansito humorístico; o bien, ofrecen algún tipo de redención final, que disipe los nubarrones anímicos. Desierto Adentro no. Su tono es uno, más no es monótona. La tensión sube y baja, y muchas cosas ocurren, casi siempre para empeorar.

Durante la guerra Cristera, un hombre empecinado en que su hijo nonato reciba la bendición de un cura, expone al sacerdote y provoca su captura y fusilamiento. Momentos antes de la ejecución, el religioso alcanza a maldecir al hombre con el peor de los augurios: todos sus hijos han de morir antes que él, como castigo a su imprudencia. Tratando de pagar su deuda con Dios, el hombre se irá con sus hijos al desierto a construir una iglesia en medio de la nada, en espera de una señal divina absolutoria.

No es una cinta sobre la Cristiada. Su tema es el fanatismo, los peligros del aislamiento y las profecías auto realizadas. Provoca también una reflexión sobre el derecho, o la falta de él, que tenemos para vaciar en los hijos nuestras creencias, esperanzas y miedos. Tenemos muchas formas de perjudicar a los niños y coartar su desarrollo, pero parece que la peor es embeberlos en nuestros dogmas.

En Desierto Adentro el padre arrastra a los hijos a una expiación absurda e innecesaria, cegado por la soberbia. La soberbia, ese pecado del orgullo que nos hace creernos únicos ante los ojos de Dios, imaginando que dedica tiempo y recursos cósmicos a diseñar eventos para castigarlo sólo a uno. O peor, a premiarlo.

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