"Para todo problema hay una solución fácil
Anónimo
RÍO DE JANEIRO, BRASIL.- La guerra contra las drogas ha fracasado. No sólo no han sido derrotados los cárteles de narcotraficantes sino que el consumo se está incrementando. Los países de Latinoamérica deben buscar soluciones en la experiencia de algunos países de Europa que consideran a los usuarios de drogas como un problema de salud pública y no en los Estados Unidos, donde se les ve como un problema de seguridad. La represión no funciona.
Estos puntos de vista fueron expresados este miércoles 15 de abril por dos ex presidentes latinoamericanos, Fernando Henrique Cardoso de Brasil y César Gaviria de Colombia, en la reunión regional latinoamericana del Foro Económico Mundial. Ellos participaron, junto al ex presidente de México Ernesto Zedillo y los escritores Mario Vargas Llosa y Paulo Coelho, en una comisión de 17 miembros para estudiar el tema de las drogas y la democracia en América Latina (véase www.drogasydemocracia.org).
Cardoso negó que el estudio haya propuesto la completa legalización de las drogas. Algún tipo de restricción debe haber, señaló Cardoso, "ya que todas las drogas producen algún daño". La sociedad debe mantener sus esfuerzos por disminuir el consumo de drogas, pero la actual política "basada en el miedo, el prejuicio y el dogma", dijo Gaviria, debe acabarse.
Decenas de miles de millones de dólares se gastan todos los años para el combate contra las drogas. Esto ha permitido el desmantelamiento de algunas bandas, pero no ha parado el flujo. El presidente Felipe Calderón de México tiene razón en enfrentar el reto contra el Estado de los narcotraficantes, "pero no detendrá el tráfico de drogas", dijo Gaviria.
Estados Unidos ha encarcelado a más de medio millón de personas por usar drogas, a un costo al contribuyente de 150 mil dólares al año por cada uno. Además, hay cientos de miles de otros presos por delitos relacionados con este tráfico. Si el dinero que se gasta en mantenerlos en la cárcel se usara para la prevención o para el tratamiento de adictos, el resultado sería mucho más positivo, según Gaviria.
Hasta este momento el trabajo de prevención se limita a presentar admoniciones moralistas a los jóvenes para que no usen drogas, las cuales no han tenido resultados positivos. La única campaña de publicidad exitosa fue la que se usó en Estados Unidos contra el consumo de metanfetaminas, que mostraba cómo a los consumidores se les pudrían los dientes, lo cual fue considerado como un costo inaceptable por los adolescentes que podían sentir la tentación de usar estas drogas.
Según Gaviria, un estudio de la Organización Mundial de la Salud no ha mostrado ninguna diferencia en consumo entre las naciones que tienen políticas más restrictivas o más liberales en materia de drogas. En los Países Bajos (Holanda), por ejemplo, no se ha registrado un aumento en el consumo de sus ciudadanos por haber suspendido la penalización de ciertas drogas. Suecia, por otra parte, tiene un régimen estricto mientras que Noruega tiene uno más liberal, pero los dos países presentan los mismos índices de consumo.
Si la política de encarcelar a los consumidores se hubiera aplicado de manera consistente, millones de estadounidenses y ciudadanos de todo el mundo habrían estado en la cárcel. "Dos de los tres últimos presidentes de los Estados Unidos han reconocido haber usado drogas", señaló Gaviria, sin mencionar por nombre a Bill Clinton y a Barack Obama. Bajo la legislación que actualmente tiene su país, los dos podrían haber sido encarcelados.
¿Quiénes son los más interesados en evitar la despenalización de las drogas? En primer lugar los narcotraficantes, porque la medida acabaría con su negocio. En segundo lugar los funcionarios y empleados de agencias como la DEA en Estados Unidos o la SIEDO en México, que perderían sus empleos. Hay mucho dinero en el negocio de combatir el consumo de drogas.