ADVIENTO
La liturgia del tercer Domingo de Adviento subraya de modo particular la alegría por la llegada de la época. Si quisiéramos exponer en una palabra la síntesis de la liturgia de la Palabra de este Cuarto Domingo de Adviento podríamos decir: "Emmanuel: que significa Dios con nosotros". Este domingo es una especie de vigilia litúrgica de la Navidad. En él se anuncia la llegada inminente del Hijo de Dios. Se subraya que este niño que nacerá en Belén es el prometido por las Escrituras y constituye la plena realización de la Alianza entre Dios y los hombres. La primera lectura (1L) expone el oráculo del profeta Isaías. El rey Acaz desea aliarse con el rey de Asiria para defenderse de las acechanzas de sus vecinos (rey de Damasco y rey de Samaria). Isaías se opone a cualquier alianza que no sea la alianza de Yahvé. Lo que el profeta propone al rey es una respuesta de fe y de confianza total en la providencia de Dios, verdadero rey de Jerusalén. El rey Acaz debía confiar en el Señor y no aliarse con ningún otro rey. Sin embargo, el rey Acaz ve las cosas desde un punto de vista terreno y naturalista: desea aliarse con el más fuerte, el rey de Asiria. Isaías sale a su encuentro y lo apremia: "pide un signo y Dios te lo dará. Ten confianza en Él". Sin embargo, el rey Acaz teme abandonarse en las manos de Dios y se excusa diciendo: "no pido ningún signo". En su interior había decidido la alianza con los hombres despreciando el precepto de Dios. Isaías se molesta y le ofrece el signo: "la Virgen está encinta y da a luz un hijo y le pone por nombre Emmanuel, es decir, Dios con nosotros". La tradición cristiana ha visto en este oráculo un anuncio del nacimiento de Cristo de una virgen llamada María (EV). Así lo interpreta el Evangelio de Mateo cuando considera la concepción virginal y del nacimiento de Cristo: María esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. Esta fe en Cristo se recoge admirablemente en el exordio de la carta a los romanos. San Pablo ofrece una admirable confesión de fe en Cristo Señor. Nacido según lo humano de la estirpe de David; constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de Dios (2L). Pablo subraya el origen divino del Mesías y, al mismo tiempo, su naturaleza humana como "nacido de la estirpe de David". Verdadero Dios y verdadero hombre. 1. El cumplimiento de las profecías. El cumplimiento de la Alianza. Tanto la carta a los romanos como el Evangelio indican que las profecías encuentran su cumplimiento en Cristo Jesús. "Todo ha sucedido para que se cumpliesen las Escrituras". Dirijamos nuestra atención al significado de la Alianza que Dios ha querido establecer con los hombres. El término "Berit" (Alianza) parece intraducible en nuestras lenguas, pero en todo caso indica esa benevolencia y compromiso gratuito de amor de Dios con los hombres. Es un pacto que nace del amor de Dios y encierra un plan de salvación maravilloso para la humanidad. Esta Alianza anunciada en el protoevangelio (Ge 3,15), expresada en el Arco Iris después del diluvio (Gen 9,12), establecida en el sacrificio de Abraham (Gen 15,8), llevada a una mayor realización en los eventos del Sinaí (Exodo 24, 1-11), encuentra su culmen en la Encarnación del Hijo de Dios. Dios que nos había hablado por los profetas, en los últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo (Cfr. Hb 1,1). Parece que nada ha hecho desistir a Dios de su amor y de su alianza con los hombres.