México, Df.- Impasible, la gigantesca estatua de bronce de Juan Pablo II parece darle la bendición a Raúl "Ratón" Macías en el último adiós.
Momentos antes, Macías había pagado tributo a la Virgen de Guadalupe, ahí en su casa, en la Basílica, en la misa de cuerpo presente.
Sumido en el sueño eterno estaba ahí el más ferviente adorador de la Guadalupana. Y no, el "Ratón" no podía faltar a la cita.
Cientos de aficionados, separados por vallas metálicas, se congregan para ver descender de la carroza el féretro metálico, de un azul pastel triste. Incesantes e interminables son los gritos de la gente: "Aquí está todo Tepito, mi 'Ratón', para despedirte", "Que viva el 'Ratón' Macías"...
Entre la multitud, emerge doña Eva Medina, de cabello plateado, quien enarbola en la mano izquierda una rosa blanca.
Meteórico cruza el lejano ayer por su mente: "Recuerdo todas sus peleas, en especial la de 1954 en la Plaza México cuando venció a Brooks. Yo tenía 17 años y ahora tengo 73, imagínese".
En la mano derecha, doña Eva estruja un klennex y furtivamente limpia una lágrima. "En aquella época yo tenía un novio que le gustaba el "Ratón", incluso se comparaba con él. Nooo, imagínese, la ciudad se paralizaba cuando peleaba, y sí, le prendíamos su veladora, mientras escuchábamos la pelea por el radio, pues no había televisión". Se emociona doña Eva al seguir desgranando las reminiscencias.
"Yo fui una de las pioneras de la televisión, pues una tía compró una y organizábamos reuniones y cobrábamos la entrada para ver las luchas y las peleas del 'Ratón'. Y a un lado teníamos un altar donde le prendíamos las veladoras", agrega.
Doña Eva es una de las tantas damas y caballeros de veteados cabellos que asistieron a la despedida del ídolo, acompañados de sus hijos y nietos, y que colmaron la Basílica. Son los que le brindan un largo aplauso, que se mezcla con los cánticos y el sonido melódico del órgano a la entrada del ataúd, arropado por un gigantesco póster del "Ratón" y coronado por uno de sus cinturones de campeonato.
Monseñor Diego Monroy hace una fugaz semblanza del "Ratón" y sus palabras buscan reconfortar a Yolanda, la viuda, y a sus hijos Arturo y Guadalupe Yolanda, al hablar de las consabidas promesas de resurrección.
Testigos son los ex campeones que compartieron la vida con el ídolo: Rubén "Púas" Olivares, Humberto "Chiquita" González, José "Pipino" Cuevas, Carlos "Cañas" Zárate y José Sulaimán, presidente del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) y amigo entrañable del "Ratón" Macías. Todos con mirada triste y cristalina.
El "Púas" Olivares aprisiona las palabras y en un leve balbuceo, apenas un susurro, sentencia: "Qué le vamos a hacer... Todos vamos para allá...".
Los admiradores acompañan a la carroza, que rueda lentamente, abriéndose paso hacia la salida de la Basílica, ante la eterna mirada de Juan Pablo II. Finaliza así el penoso ritual y se cierra la historia del más grande ídolo deportivo.