Es fiesta oficial la conmemoración de la ruptura de Martín Lutero con Roma.
El presidente de la Mesa Ampliada de las Iglesias Evangélicas, el obispo Emiliano Soto, dijo que “la Iglesia Católica en este país va decreciendo cada vez más”.
“Chile ya no es un país católico porque mucha gente no se siente como tal”, aseveró Soto en alusión a la tradicional afirmación que establece que este país tiene una fuerte raigambre católica.
El vicario episcopal de la Zona Sur de Santiago, Cristián Precht, señaló por su parte, que el catolicismo “quizá ha perdido en cantidad (de fieles), pero hemos ganado en calidad”.
El avance de la influencia protestante en Chile se constata además en hechos políticos de relevancia, como la declaratoria que cada 31 de octubre, para el aniversario de la ruptura de Martín Lutero con Roma, sea feriado y Día Nacional de las Iglesias Evangélicas.
La festividad fue acordada este año por unanimidad en el Congreso Nacional y promulgada con extrema celeridad por el Gobierno de la presidenta Michelle Bachelet como un gesto hacia el mundo evangélico.
MAYOR INFLUENCIA
El dominio del mundo evangélico en Chile ha crecido en los últimos años en magnitud e influencia, en contraste con el número de católicos, que en una década disminuyó casi siete puntos porcentuales.
El más reciente censo nacional, realizado en Chile se determinó que un 15.1 por ciento de la población se declaró evangélica, equivalente a un millón 699 mil 725 personas, tasa que en 1992 se ubicaba en 12.4 por ciento.
El mismo empadronamiento estableció que quienes se declararon católicos disminuyeron del 76.8 por ciento del total de la población en 1992 a 69.96 por ciento en 2006 y sumaron siete millones 853 mil 428 chilenos.
En tercer lugar se ubicaron los Testigos de Jehová, que representan un 1.06 por ciento de la población chilena, seguidos de los mormones (0.9 por ciento), los judíos (0.13 por ciento), los ortodoxos (0.06 por ciento) y los musulmanes (0.03 por ciento).
Un 4.39 por ciento de la población declaró pertenecer a otra religión o credo, mientras que quienes se definieron como ateos, agnósticos o no creyentes constituyen un 8.30 por ciento del total de chilenos.
Las iglesias evangélico-protestantes provienen en Chile de las corrientes “tradicional europea” (anglicanos y luteranos), la “tradicional misionera” (cercana a cultos bautistas y metodistas estadounidenses) y “pentecostal” (creación evangélica local).
Esta última, sin embargo, es la mayoritaria en este país sudamericano con el 70 por ciento de quienes se confiesan evangélicos o protestantes.
El llamado “pentecostalismo” es un movimiento testimonial basado en la emoción y en las manifestaciones carismáticas, supuestamente, del Espíritu Santo.
Las distintas corrientes pentecostales, que cuentan con más de dos mil denominaciones, se han extendido especialmente en los sectores más populares de Chile, donde ese culto ha crecido de manera profusa.
ANTECEDENTES
Durante la dictadura (1973-1990), Augusto Pinochet cultivó una amistad con algunos obispos evangélicos y ordenó la realización del primer Te Deum Evangélico de acción de gracias por la Independencia de Chile.
Pinochet quiso expresar así su molestia con la Iglesia Católica por su posición en defensa de los Derechos Humanos durante su régimen y de crítica a sus políticas de Estado.
Fueron los gobiernos de la Concertación de Partidos por la Democracia, sin embargo, los que institucionalizaron la presencia de capellanes evangélicos en las Fuerzas Armadas e incluso en el presidencial Palacio de La Moneda.
El presidente Patricio Aylwin (1990-1994) promovió la Ley de Libertad de Culto, la cual fue promulgada por su sucesor, Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000).
El mandatario Ricardo Lagos (2000-2006), en tanto, publicó los reglamentos de esa legislación y Michelle Bachelet instauró las capellanías evangélicas en La Moneda y las Fuerzas Armadas.
Avance evangélico
La influencia del mundo evangélico en Chile ha crecido en los últimos años.
Un 15.1 por ciento de la población en 2006 se declaró evangélica, equivalente a un millón 699 mil 725 personas, tasa que en 1992 se ubicaba en 12.4 por ciento.
Un 76.8 por ciento del total de la población en 1992 se declaró católica a 69.96 por ciento en 2006, es decir, siete millones 853 mil 428 chilenos.
En tercer lugar se ubican los Testigos de Jehová, que representan un 1.06 por ciento de la población
chilena, seguidos de los mormones (0.9 por ciento), los judíos (0.13 por ciento), los ortodoxos (0.06 por ciento) y los musulmanes (0.03 por ciento).
Un 4.39 por ciento de la población declaró pertenecer a otra religión o credo, mientras que quienes se definieron como ateos, agnósticos o no creyentes constituyen un 8.30 por ciento del total de chilenos.
Aumenta presencia del ‘neopaganismo’
El “neopaganismo” es el verdadero responsable del éxodo de fieles de la Iglesia Católica, una ideología que intenta cancelar al cristianismo de la sociedad moderna, advirtió el teólogo Francisco Fernández Labastida.
El especialista de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz de Roma advirtió que esa “descristianización” provoca el “secularismo”, serie de acciones para acabar con toda referencia religiosa en el mundo.
Como lo demuestran las estadísticas y estudios del Vaticano, esta corriente de pensamiento ha afectado a la Iglesia en los últimos años más que los escándalos por la pederastia sacerdotal, el proselitismo de las sectas cristianas o la incongruencia de los obispos.
“Dios ya no es el enemigo que hay que eliminar: simplemente es algo irrelevante. Este proceso se encuentra muy avanzado en las sociedades del Norte de Europa (Escandinavia, Alemania, Suiza o Francia)”, indicó el religioso.
El “secularismo”, explicó, es una realidad que distingue en la actualidad a la cultura occidental contemporánea y cuya característica principal es la desaparición total de Dios del horizonte en el cual se desarrolla la vida del ser humano.
Advirtió que esta corriente de pensamiento da “grandes pasos” en muchos países de Europa como España, Portugal, Italia y Grecia así como también en los Estados Unidos, a pesar de la religiosidad de esa nación.
“Concretamente el proyecto político que Barack Obama promueve contiene muchos puntos los cuales apuntan hacia un recrudecimiento de este proceso en la sociedad norteamericana”, ponderó.
Según lo constatan diversas investigaciones ese fenómeno ha causado la debacle más importante de la Iglesia en el llamado “viejo continente” llevando a esa parte del mundo, antiguamente considerada como el baluarte de los valores católicos, a renegar de ellos.
Las cifras de los últimos años de las asociaciones religiosas han demostrado un descenso del número de cristianos en Europa, los templos cada vez reciben menos feligreses, los seminarios menos vocaciones y las congregaciones menos religiosas.
El “secularismo” provocó en unos años lo que no habían logrado siglos de guerras religiosas, crisis políticas y sociales o los modernos escándalos clericales.
Así lo ha constatado en diferentes ocasiones Benedicto XVI cuya prioridad número uno es encender de nuevo la “llama de la fe” en esta región del mundo, la más visitada durante sus viajes internacionales desde su llegada al Pontificado en 2005.
Fernández Labastida ponderó que las sociedades latinoamericanas no están exentas del “peligro del secularismo”, cuya inspiración se nota en proyectos culturales y políticos que pretenden reducir a mero hecho de vida privada todas las manifestaciones religiosas.
“(Éstos pretenden) eliminarlas de la plaza pública y negar que las convicciones religiosas de los ciudadanos tengan derecho a influir en la configuración de la vida social de los pueblos”, apuntó.
“Ese fenómeno de descristianización y neopaganismo en general es más evidente en las sociedades de tradición protestante, pero actualmente afecta también a las culturas de raíz católica”, concluyó.