EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Día de Gracias

ADELA CELORIO

El último jueves de noviembre los estadounidenses vuelan, navegan o manejan para reunirse con la familia a celebrar el "Día de Gracias". Nosotros que hemos adoptado tradiciones tan simplonas como el Hallowen, que cambiamos el pan dulce del desayuno por los Corn Flakes, y los Santos Reyes por un Santa Clós que, ¡JO; JO; JO!, se ríe de los niños pobres a quienes no les deja ningún juguete, bien podríamos adoptar también la hermosa tradición de dedicar un día al año para agradecer.

Ya, ya oigo el vocerío que me la está lamentando. ¿Agradecer? ¿Que nos subieron los impuestos? ¿Que bajó el poder adquisitivo de los raquíticos sueldos de los trabajadores, mientras inmersos en la codicia y la irresponsabilidad, los senadores, diputados y líderes sindicales se recetan cantidades de dinero verdaderamente obscenas y hasta gozan de un fuero que los coloca por encima de la Ley y de los ciudadanos?

Es verdad, tenemos razones suficientes para la crispación y el des-ánimo; pero no hay que olvidar que todo país es la suma de su gente, de lo que hacemos, pero también de lo que dejamos de hacer. Permitimos el derroche y le entramos alegremente al despilfarro. Ahora hay que pagar. "Cuando te dan agarra, cuando te quitan grita". Ahora toca gritar, las vacas flacas a nadie le gustan. Pero siempre podemos agradecer que México es un país joven, con todos los problemas que implica la juventud: crecer, consolidar una democracia y salvaguardar la paz y la libertad que nos permiten crear, emprender y convertir esta crisis en oportunidades. Somos un pueblo alegre que come, que bebe y que canta a la menor provocación. Este es un país donde crecen miles de niños, pobres y también los ricos. Cada día más jóvenes tienen acceso a las universidades. Las mujeres nos abrimos paso -a codazos ¡no se puede de otro modo!- en el mundo laboral; y la institución familia, con sus bienes y sus males, sigue siendo para los mexicanos una frazadita de amor y seguridad. En nuestros mercados abundan los frutos de la buena tierra y del trabajo de nuestros hermanos, y cada mañana, pobremente, el pan y las tortillas están a nuestra disposición. Tenemos mucho que perder con tanta queja.

Curiosamente los que más levantan la voz para quejarse son quienes se han enriquecido en poco tiempo y ahora exigen más, porque el dinero no tiene patria ni moral, y a ellos les interesa redondear sus cifras. Los señores de dinero son filántropos que hacen el bien sin mirar a quien... pero siempre deducible de impuestos; lo que significa que usted y yo estamos pagando su filantropía. También gritan a todo pulmón los líderes apocalípticos que gozando inexplicablemente de una situación económica envidiable, empeñan su tiempo y su energía en obstruir toda propuesta que provenga de los cauces institucionales, pero aprovechan la libertad que gozamos para gritar en las plazas públicas incitando a la gente a la violencia. Cabe entonces, a manera de agradecimiento por su paciencia, introducir aquí un fragmento de una poesía de Gioconda Belli que dice así: "Uno no escoge el país donde nace/ pero ama el país donde ha nacido/ Uno no escoge el tiempo para venir al mundo/ pero debe dejar huella de su tiempo/ Nadie puede evadir su responsabilidad/ nadie puede taparse los ojos, los oídos/ enmudecer y cortarse las manos/ No escogimos el momento de venir al mundo/ pero ahora podemos hacer el mundo/ en que nacerá y crecerá la semilla que trajimos con nosotros. Agradezcamos pues este último jueves de noviembre.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 482203

elsiglo.mx