El día casi pasó desapercibido para las autoridades regionales, de la misma manera que ha ocurrido con el grave problema que enfrenta la región.
Ayer 22 de marzo se celebró el Día Mundial del Agua y aunque en la Comarca Lagunera la problemática del recurso hídrico es una de los más importantes, ninguna acción contundente o propuesta viable fue presentada por parte de las instituciones involucradas en el tema.
Tres asuntos concentran las preocupaciones de ambientalistas y ciudadanía en general en torno a la situación del agua en la región.
En primer lugar está la sobreexplotación de los mantos freáticos, en particular el acuífero principal, la cual, según datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales de Coahuila (Semarnac) alcanza los 24 mil 362 litros por segundo, que equivale a 5 veces la dotación anual de agua de uso urbano en el estado.
La sobreexplotación va ligada a la falta de control en la extracción. En la actualidad casi la mitad de las 1,700 norias de la región carece de medidor volumétrico.
En segundo lugar está la desigualdad en la distribución del recurso. En la Laguna, sede de la cuenca lechera más importante del país, el 83% del agua del subsuelo se destina al sector agropecuario, frente al 12% que se dispone para el consumo humano.
En tercer lugar se encuentra el asunto de la calidad del agua y la contaminación de la misma. Los niveles de arsénico en los pozos de la red de abastecimiento urbano en municipios como San Pedro, Francisco I. Madero y Torreón, Coahuila, y Mapimí, Tlahualilo y Gómez Palacio, Durango, han registrado un aumento considerable en los últimos años al grado que varias norias están por encima de lo permitido por la norma de salud correspondiente.
Otro problema en este sentido es el de la descarga de aguas negras en cuerpos receptores como el lecho seco del río Nazas. En toda la Comarca cerca del 40% del líquido residual no recibe tratamiento alguno.
Como puede observarse, hay muchísimo por hacer en lo concerniente a la situación del agua en La Laguna y por eso la ciudadanía debe exigir a las autoridades aplicar lo antes posible las medidas efectivas para evitar que este problema pase de ser grave a catastrófico.
A fin de cuentas, lo que está en juego es la viabilidad de toda la región, no sólo como polo de desarrollo económico sino, sobre todo, como espacio habitable.