Sin duda una de las maneras más simples de identificar una dictadura es ver cuánto tiempo se queda una misma persona en la cúspide del poder. Caso aparte lo constituyen las dinastías que, de padre a hijo o de hermano a hermano, se van heredando la presidencia de un país, como si el cargo fuera de su propiedad.
Y estas dinastías pueden ser sumamente longevas. La familia Somoza en Nicaragua se fue rolando la presidencia de esa sufrida nación centroamericana durante 42 años, desde 1937 hasta que los Sandinistas echaron a patadas al último ejemplar en 1979. Los Duvalier, Papá Doc y Baby Doc, rigieron los destinos de Haití 29 años, entre 1957 y 1986, periodo durante el cual saquearon de lo lindo a la parte Occidental de la isla de La Española. ¿Y qué me dicen de los hermanitos Castro? Aunque todavía hay ciegos (o estúpidos) que alaban a Cuba como "el primer territorio liberado de América" y modelo a imitar, la verdad incontestable es que entre el decrépito Fidel y su hermanito títere Raúl han mal-gobernado la isla bella durante medio siglo. Y no dan visos de ahuecar el ala. Si a eso no lo llaman dictadura, y de las más patéticas, entonces no sé qué parámetros usar.
Mención especial merecen los Kim de Corea del Norte. Desde 1948, ese paupérrimo país (que, eso sí, tiene armas nucleares y el quinto ejército más grande del mundo, aunque su población muera de hambre) ha sido gobernado por sólo dos hombres. Kim Il Sung, conocido como el Gran Líder; y Kim Jong Il, mejor conocido entre la raza, y pobres de ellos si no le dicen así, como el Querido Líder. La familia Kim ya sobrepasó las seis décadas manejando con mano de hierro a su mártir país, amenazando a sus vecinos, y desafiando al mundo y al sentido común como política de estado. Se rumora que, ante lo delicado de su salud y su edad, Kim Jong Il ya designó sucesor... Sí, lo adivinaron: uno de sus hijos, quien pasaría a ser el tercero de tan nefasta dinastía.
En otras partes del mundo no cantan mal las rancheras. La semana pasada hubo elecciones en Gabón, un país petrolero de África ecuatorial de un millón y medio de habitantes. En medio de airadas acusaciones de fraude, se proclamó triunfador Alí Ben Bongo, según esto con el 42% de la votación. De acuerdo con las mismas fuentes oficiales, sus dos rivales sacaron 25% cada uno.
La cuestión es que Alí Ben Bongo es hijo de Omar Bongo, quien había sido presidente de Gabón durante los 42 años previos. Éste murió en junio siendo uno de los hombres más ricos del mundo, tras haber saqueado los recursos naturales de Gabón sin ningún empacho y medida. Se dice que sus residencias en Francia equivalen al Producto Interno Bruto anual de su país.
Como murió intempestivamente, no hubo de otra que convocar a elecciones… que su hijo dice haber ganado. La oposición empezó a hacer barullo, pero sabemos cómo suelen culminar esos eventos: con la continuación de una dictadura dinástica rapaz, sanguinaria y empobrecedora. No lo digo yo. Lo dice la historia.