"Mejor es hombre necesitado de dinero, que dinero necesitado de hombre."
Mateo Alemán
Érase un dinero en busca de gasto. Una vez que el Gobierno y los legisladores subieron los impuestos a los mexicanos, y aprobaron un presupuesto de 3 billones 176 mil millones de pesos, el tercero más grande de la historia de México, los políticos han empezado a buscar en qué gastarlo.
Lejos quedaron los sanos propósitos de usarlo para combatir la pobreza. Oportunidades, con todos sus pros y sus contras, no es uno de los programas favorecidos por el presupuesto. No quisieron los legisladores que el Gobierno Federal panista pueda pararse el cuello repartiendo más dinero entre los pobres. No desean que el PAN compre votos, como ellos lo han hecho durante tanto tiempo.
Los legisladores que han controlado el proceso de presupuesto nos dicen que lo que quieren es construir carreteras. Y no sorprende. Las carreteras son proyectos muy vistosos. Se ven con facilidad desde cualquier lugar y permiten hacer inauguraciones con una amplia cobertura de medios. Los contratos, por otra parte, son muy rentables y se pueden entregar a las empresas de los amigos, quienes muestran su multimillonario agradecimiento en la siguiente campaña. Otras inversiones, como en agua y drenaje, son mucho más difíciles de vender políticamente, ya que no se perciben a simple vista.
Por lo pronto el ayuntamiento de Cuernavaca, presidido por el priista Manuel Martínez Garrigós, ha anunciado que construirá su segundo piso. La experiencia del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador en el Distrito Federal y de Enrique Peña Nieto en el Estado de México no han sido suficientes. Los segundos pisos no son solución de nada. En el mejor de los casos mueven los cuellos de botella de un punto a otro. La solución radica en un transporte colectivo bien planeado y operado.
Al presidente municipal de Cuernavaca, sin embargo, no le satisface tener una solución de fondo que no se pueda vender políticamente. Necesita ese segundo piso que se convertirá en monumento a su ego a pesar de que destruya el delicado equilibrio de las estrechas y sinuosas calles de Cuernavaca.
Una parte cada vez más importante del gasto público se está yendo a estados y municipios, pero sin que existan los candados y procesos de transparencia que se aplican ya al Gobierno Federal. El propio Gustavo Madero, coordinador de los senadores del PAN, se lamentaba este 17 de noviembre por el "retroceso en lo que habíamos logrado en materia de transparencia y rendición de cuentas y corresponsabilidad".
Pero incluso el famoso gasto social del Gobierno Federal, aquel que supuestamente ayuda a combatir la marginación, es pobre en resultados. El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado apunta que el 36 por ciento del llamado gasto social se dedica a programas "regresivos", como Procampo, que beneficia a los agricultores más ricos, a pensiones del sector público o a subsidios que benefician más a quienes menos tienen. A los políticos no les importa. Están de plácemes. Para ellos es mejor tener el problema de buscar en qué gastar el dinero de los contribuyentes que el de buscar dinero para cumplir con sus compromisos políticos. Afortunadamente para ellos los mexicanos somos muy generosos y aceptamos sin chistar que el Gobierno nos aumente los impuestos para despues buscar en qué gastarlos.
Es más fácil ganar el Premio Nobel de la Paz que cerrar Guantánamo. Si no me cree pregúntele a Barack Obama, quien antes de cumplir un año de Gobierno ya ganó ese galardón. Ayer reconoció, sin embargo, que no le será posible cumplir su promesa de cerrar la cárcel de Guantánamo en enero de 2010. Los detenidos tendrían que ser dejados en libertad por las violaciones a sus garantías individuales y la falta de pruebas en su contra. Obama tampoco está pudiendo retirar las tropas estadounidenses de Irak y se está viendo obligado a aumentar las que tiene en Afganistán. El Nobel, afortunadamente, ya nadie se lo puede retirar.