Los bordados artesanales son característicos en las prendas de la diseñadora.
México, DF.
Sin duda, una de las representantes de la moda mexicana con mayor proyección y talento es Alejandra Quesada, de 28 años, quien es originaria de la ciudad de México. Ella es creadora de un concepto original que combina un espíritu onírico en sus prendas con una marcada influencia de la cultura de nuestro país.
Para la primavera-verano 2009, la diseñadora concibió una colección dirigida a la mujer que no quiere dejar de ser niña, "alguien con personalidad bohemia y divertida", añadió la que alguna vez fuera practicante de iconos como Alexander McQueen e Isabel Marant.
Esta línea estival recibe el nombre de Viko (nube en mixteco) y ha sido presentada dentro de importantes foros nacionales como el Fashion Week México y Acapulco Moda Nextel 2009.
Las piezas clave de esta muestra se concentran en minivestidos, faldas con volumen y blusas campesinas que destacan la inocencia femenina.
La propia Alejandra explicó que Viko se encuentra inspirada en "los colores que proyecta el sol en las nubes", dejando entrever un toque fantástico en el estilismo. "Es algo como de cuento", afirmó la modista, quien ha realizado estudios en grandes capitales de la moda como Londres y París.
Uno de los puntos fuertes en que se basa el trabajo que ha venido realizando Quesada durante los últimos tres años para su propia marca es, indudablemente, la calidad de los materiales, entre los cuales se encuentran el algodón y la seda en esta última colección.
Los bordados artesanales son también una importante característica de los originales diseños de Alejandra, quien utilizó una técnica huichol para aplicar la chaquira en la colección Viko; además, colaboró con la cantante mexicana Natalia Lafourcade en la realización de los gráficos de sus estampados.
"Me encanta hacer cosas con mis amigos y Natalia es una persona muy especial. Creo que el trabajo en equipo le da un giro distinto a mi ropa.
Detrás de Alejandra Quesada hay todo un grupo de personas que me inspira", señaló la creativa.
Estos motivos digitales subrayaron el look infantil de las prendas, ya que incluyen arcoiris, flores y por supuesto, nubes. Todo en tonalidades como acquas, rosas y lilas, ideales para lucir fresca en época de calor.
La diseñadora ha logrado completar un proceso de madurez que se traduce en un manejo divertido de la creatividad, sin perder de vista las necesidades de lo que también debe representar un buen negocio para ella.
Quesada afirma que su propuesta es "más completa y uniforme", aunque acepta que ha tenido que ceder un poco de libertad creativa en aras del crecimiento financiero. "Trato de equilibrar ambos aspectos, afortunadamente, mercados como el japonés valoran mis prendas tal cual son", declaró.
Su ropa se vende en países como Francia, Inglaterra, Arabia Saudita y Japón; de hecho, este último representa uno de los más importantes compradores de su moda.
Desafortunadamente, México aún no se encuentra entre los principales puntos de venta de su marca, factor que Alejandra atañe al hecho de que "aquí la gente no está acostumbrada a invertir en moda nacional"; sin embargo, sus creaciones pueden encontrarse en la boutique Colecciones 908 y en la departamental El Palacio de Hierro.
Actualmente, la creativa finaliza su línea de primavera-verano 2010. Algunas piezas de esta nueva colección están siendo exhibidas en la muestra Rosa Mexicano de la Casa del Lago de Chapultepec, junto con otros trabajos de diseñadores nacionales como Ramón Valdiosera, Malafacha y Trista, a quienes Quesada admira.
Marc Jacobs, Prada y Luella Bartley son otros referentes en el mundo de Alejandra, pero la modista asegura que no le gusta ser víctima de las tendencias pues "tanta información la confunde".
La talentosa joven prefiere buscar fuentes de inspiración en conciertos, exposiciones y películas.
"Para hacer algo creativo tienes que mantener la mente abierta", finalizó.
Moda digna de museo
Para su pieza en la exposición "Rosa Mexicano", Alejandra se inspiró en las historias que creaba de niña mientras jugaba al lado de una higuera que perteneció a su abuela Ana. Este trabajo lo realizó en conjunto con el artista visual mexicano Vena2
