HAY BUITRES EN EL CIELO / THEM CROOKED VULTURES
Así como cuando los mejores superhéroes se juntan para defender la justicia y por lo mismo nombran a su asociación Liga de la Justicia, o por medio del dinero se forman equipos denominados Los Galácticos, o sencillamente porque son lo mejor de la mejor generación de un deporte, la prensa los bautiza como el Dreamteam...
Así también ocurre algo similar en la industria del rock and roll, quien a lo largo de su historia ha visto que a los miembros de diversas bandas siempre les da por juntarse y presentar proyectos alternos, pero cuando esos miembros tienen nombres con peso, un tanto comercial y un mucho artístico, entonces su asociación repentina tiene un nombre bastante sangroncito pero muy efectivo: superband. Siempre que escucho este término lo primero que se me viene a la mente es Blind Faith o Traveling Wilburys.
Pues bien, en este final de 2009 ha ocurrido el lanzamiento discográfico de otra nueva superband, que aunque a los verdaderos melómanos le restan seriedad a estos proyectos por escuchar mil y un veces innumerables fiascos, por lo menos al ver los nombres de sus integrantes uno no podía dejar pasar la propuesta.
A la superband a la que me refiero se encuentra formada por Dave Grohl en la batería (Nirvana, Foo Figthers), Josh Homme en la voz y guitarra (Queens of The Stone Age) y en el bajo y teclado John Paul Jones (Led Zeppelin), y se hacen llamar Them Crooked Vultures, cuyo primer y tal vez único álbum, de título homónimo al nombre de la banda, ya lo podemos encontrar en las tiendas de discos o Internet.
Them Crooked Vultures es un disco perverso, rasposo, angustiante y duro hecho por veteranos para oídos oscuros que les gusta el sonido fino y crudo a la vez. Homme toma el liderazgo, pero si hay en el álbum un sonido evidente que el californiano ya registró con Queens of The Stone Age y que tan naturalmente se adapta a Grohl (como ya lo había mostrado una excelente colaboración de ambos en el pasado), el genio de Jones se hace presente y lo eleva a otro nivel, apretando las tuercas adecuadas de la forma que sólo un Dios del rock puede hacer.
Hablar de las canciones es arriesgado, lo que no puedo dejar de decir es que no he podido dejar de escuchar el álbum en dos semanas, y de las trece canciones casi todas son un gozo para el oído que siempre quiso oír, aún sin saberlo, a esta banda, propia para un mundo que le dio la espalda al Hard Rock, ¿o fue al revés?, eso ya no importa.