Dignidad. La historia del Doctor Joe es singular desde su nacimiento hasta la labor social que realiza al brindar servicio médico a más de 10 mil personas indigentes.
En una sala de operaciones fría y oscura del Mercy Hospital de Miami, el doctor Pedro José Greer observa las imágenes del sistema digestivo de un paciente en una pantalla de televisión plana.
Greer es un gastroenterólogo y el paciente tendido en la mesa de tratamiento tiene un tumor del tamaño de un coliflor cerca del colon. La paciente es Nora Turcios, de 45 años y con un historial de cáncer en su familia.
Turcios es una mucama que no tiene seguro médico. A Greer eso no le importa.
El "Doctor Joe", como le llaman sus pacientes, dice que si uno de sus pacientes se queda sin seguro, él seguirá atendiéndolo, sin importar cuánto pueda pagar.
"¿Desde cuándo es aceptable en nuestra profesión decirle que no a alguien porque no tiene dinero?", pregunta el médico.
Esas convicciones le hicieron a Greer merecedor de la Medalla Presidencial de la Libertad este año. Recibió el honor por la dignidad con que trata a sus pacientes. En 1984, Greer fundó Camillus Health Concern, una clínica de Miami que anualmente da atención médica a unas 10,000 personas indigentes o de bajos ingresos. También fundó la clínica San Juan Bosco, que trata a inmigrantes y personas de bajos recursos en la Pequeña Habana.
Hace poco fue designado vicedecano de asuntos académicos de la facultad de medicina de la Universidad Internacional de La Habana, posición desde la que pone énfasis en la necesidad de una medicina más ética.
Como es de esperar, Greer tiene profundas convicciones en torno a la reforma del sistema de salud.
"Si nos ocupásemos de todos, tal vez no necesitaríamos una reforma", afirma.
Por varias décadas, este médico de ascendencia cubana ha atendido a los más necesitados, sin importarle al dinero que podría haber ganado en otros sitios como uno de los principales especialistas en su campo.
"Uno hace lo que hay que hacer. Los pobres son los más enfermos. Merecen nuestra total atención", sostuvo.
GREER NACIÓ EN MIAMI POR ACCIDENTE
En 1956, su madre vino a visitar familiares. Estaba en el sexto mes de embarazo. Tuvo lo que pensó eran contracciones y fue al hospital Jackson Memorial. Los médicos no creyeron que estuviese a punto de dar a luz.
"HLF", dictaminó el médico, según el relato de la familia. "Hysterical Latin female (latina histérica)".
Greer nació tres horas después en una camilla de la sala de emergencias. A las pocas semanas, madre e hijo volvieron a Cuba. Pero no se quedaron mucho tiempo. Cuando Fidel Castro tomó el poder en 1959, la familia escapó y se radicó en la Florida.
Greer pasó su infancia como miembro de una familia de clase media-alta de Miami: asistió a una escuela católica privada, jugó al fútbol estadounidense en la universidad, paseaba en botes los fines de semana en las aguas azules del Sur de la Florida.
Cursó estudios en la Universidad de Florida, decidido a ser abogado o tal vez político. No quería ser médico, como su padre.
"Quería cambiar el mundo", comentó.
Al terminar los cuatro años básicos en 1978, cambió de parecer y optó por la medicina. Su padre se sintió tan orgulloso como sorprendido. "Nunca soñé que sería médico", aseguró.
Se recibió en una universidad católica de la República Dominicana y regresó a Miami. Su plan era irse al Caribe y a Latinoamérica para atender a los pobres del Tercer Mundo.
Pero descubrió que no tenía que ir demasiado lejos si quería ayudar a los necesitados.
JACKSON MEMORIAL HOSPITAL, 1984
Greer, de 28 años, hace un internado en el hospital donde nació.
Un día, los bomberos traen a un individuo que habían recogido en la calle al servicio de emergencia. El hombre tenía tuberculosis. Greer no lo podía creer. "¿Tuberculosis en esta época?".
Nunca se supo el nombre del paciente, ni si tenía familia o una casa. Falleció en el hospital, anónimo. Greer trató de averiguar algo sobre el paciente y fue a un refugio para indigentes. Alentado por un hermano católico que administraba una clínica para necesitados, comenzó a hacer de voluntario, trabajando dos noches por semana.
"En Estados Unidos parecía que no nos importa si uno sufre, pero si está a punto de morir, nos afanamos por salvarlo (en los hospitales), y después los mandamos de vuelta a la calle a que sigan sufriendo", escribió Greer en un libro que publicó en 1999, "Waking Up In America" (Despertando en Estados Unidos).
Al poco tiempo, le dijo a una trabajadora social del Jackson, Alina Pérez-Stable, que "quería hacer algo por los indigentes".
"Se veía que era honesto, apasionado. Identificó un problema y quería resolverlo", expresó Pérez-Stable.
Greer y Pérez-Stable fundaron Camillus Health Concern, la primera clínica del Sur de la Florida que trata exclusivamente indigentes.
Greer se llevaba suministros del hospital para usarlos en la clínica, con el razonamiento de que, de todos modos, los pacientes hubieran terminado en la sala de emergencia.
"Así lo justifiqué. Después rezaba dos Ave María y un Padre Nuestro", escribió.
Greer pronto comprendió que veía apenas unos pocos de los indigentes de Miami en el refugio. Decidió entonces ir a buscarlos donde vivían, en Mudflats.
Greer, quien es alto y corpulento, no se asusta fácil, pero dijo que lo que vio bajo el pasaje de la interestatal 95 le metió miedo.
Por entonces había unos 6,000 indigentes en Miami y varios cientos buscaban refugio en Mudflats, que quiere decir planicie de barro. Se le había dado ese nombre por el aspecto que adquiría ese llano si llovía fuerte. Personas que parecían zombies se tiraban en colchones sucios, cocinaban con leños y construían precarias divisiones con lo que encontrasen para tener cierta privacidad. Estaban desnutridos y abundaban los casos de gangrena y trastornos pulmonares y de hígado.
Apelando a su compasión y un estilo campechano, llegó a conocer a los indigentes y a enterarse de sus problemas. A veces, las diagnosis y el tratamiento eran fáciles: por ejemplo, que usasen calcetines para evitar las infecciones en los pies. Otras, no eran tan sencillas.
Eran los días en que los narcotraficantes regaban la violencia en Miami, con más de 600 asesinatos anuales. La ciudad distaba mucho de ser el paraíso turístico de hoy.
"Como sociedad, hemos ignorado la pobreza urbana por más de 30 años", declaró Greer al diario Sun-Sentinel en 1991. "No importa cuánto haga uno, el problema no desaparece".
En la modesta clínica que fundó, de una sola sala, Greer vio a 500 pacientes en el primer año. Una década más tarde, la clínica --que fue la primera de su tipo en Estados Unidos-- recibe unas 30,000 visitas, casi todas de indigentes.
Desde que abrió la clínica hace diez años, Greer no ha parado. Puso en marcha la Clínica San Juan Bosco para inmigrantes de bajos recursos de la Pequeña Habana y en la práctica privada que tiene con su padre atiende también a gente de bajos ingresos o sin seguro médico. El actor Andy García, un amigo suyo, filmó para HBO una película sobre su vida que todavía no fue estrenada.