"Nos duele muchísimo la situación del país, pero no por eso vamos a dejar que se siga hundiendo porque el Gobierno es malo."
Francisco Rojas
Les duele muchísimo, pero al final los diputados actúan según su naturaleza. ¿De qué sirve ser diputado si no puede uno subir impuestos?
Los diputados del PAN y la mayoría de los priistas decidieron ayer aceptar buena parte de las propuestas del presidente, el panista Felipe Calderón, para recetar a los gobernados una nueva ronda de aumentos de impuestos.
Ninguno prometió elevarlos en campaña. Algunos, de hecho, se comprometieron a no hacerlo. Otros hablaron de la necesidad de bajarlos o de simplificar el sistema fiscal. Este fue el caso del propio presidente Calderón.
Pero cada vez es más claro que los políticos de todos los partidos mienten en campaña para después hacer lo que quieren una vez que llegan al poder. Uno podría entender el aumento de impuestos si realmente se simplificara y racionalizara nuestro absurdo sistema fiscal. Pero esto lo rechazaron desde un principio los diputados, especialmente los del PRI, que se han negado a una homologación del IVA o a la eliminación de tratos especiales. La nueva miscelánea fiscal -una más de tantas que nos han recetado a lo largo de los años los gobiernos priistas y panistas- no resuelve ninguno de los problemas de fondo del sistema tributario. Por el contrario, genera mayores distorsiones y golpea de manera perversa a la inversión productiva en un momento en que ésta es particularmente necesaria.
Los diputados del PRI y el PAN pospusieron la discusión del alza de impuestos en la Comisión de Hacienda hasta el lunes para no enfrentar la ira de los electores de Coahuila y Tabasco. Ahora esperan que a los electores se les olvide para cuando lleguen las elecciones del 2010. Mientras tanto, me imagino, seguirán comprando votos con una parte del dinero que están logrando con el alza de impuestos.
El efecto macroeconómico de los aumentos será retirar 116 mil millones de pesos de las manos de los consumidores y las empresas para dárselos al Gobierno, que por naturaleza es menos eficaz en el empleo del dinero. El presidente Calderón ha repetido constantemente que estos tributos se utilizarán para combatir la pobreza; pero lo más probable es que, como siempre, simplemente veamos un aumento del gasto corriente improductivo.
El gasto social se encuentra ya en su punto más elevado de la historia tras incrementarse 20.7 por ciento en términos reales entre 2005 y 2008. La asistencia social, que debiera tener una influencia más directa sobre la pobreza, pasó de 33,235.9 a 66,833.7 millones de pesos en el mismo periodo, lo cual es una expansión real de 109.5 por ciento (Proyecto de Presupuesto de Egresos 2010). Sin embargo, según datos oficiales del Coneval, la pobreza en México aumentó de 42.6 a 47.4 por ciento de la población entre 2006 y 2008 y la miseria de 13.8 a 18.2 por ciento.
Estos datos sugieren que, independientemente de las declaraciones del presidente Calderón y del resto de los políticos, ni el gasto gubernamental ni la asistencia social están logrando paliar la pobreza en nuestro país. Esto no debe sorprendernos. La caridad no puede reemplazar el bienestar que generan el crecimiento económico y la creación de empleos. Infortunadamente, como lo demuestran estas nuevas alzas de impuestos acordadas entre el Gobierno panista y los diputados priistas, a ninguno le interesa construir una real prosperidad.
Quizá les duele muchísimo subir los impuestos, pero más les debería doler el daño económico que le están causando a México.
El presidente Calderón no dio ayer en Quintana Roo el banderazo de salida al programa para extraer arena de Cozumel para llevarla a Cancún. Se mantiene todavía una suspensión parcial de una juez. El Gobierno, sin embargo, no ha descartado todavía el proyecto, impulsado por los hoteleros de Cancún, pero que ha generado una fuerte resistencia del pueblo de Cozumel.