El doctor José Cervantes Hernández, reconocido educador, trotador del mundo, con experiencia en decenas de países por donde ha transitado enseñando y profesando su vocación de ayudar al desarrollo integral de los jóvenes universitarios dice: "Vivimos insertos en una realidad. Universidades hay que han sucumbido al miedo, otras al dogmatismo y al fundamentalismo de la visión única. No pocas han sido tentadas por el mercantilismo y quizá, hasta por corrupción".
Con ello, nos obliga a reflexionar: ¿qué pasa con la educación en México?, buen tema para esta semana, que festejamos el Día del Docente, en el preludio del fin de otro año escolar; tiempo de hacer cuentas y sacar conclusiones sobre la productividad nacional en el campo educativo.
Cuentan que Tony Blair, al tomar posesión como primer ministro de Inglaterra, fue entrevistado, preguntándole: - ¿Cuáles serán los primeros objetivos de su Gobierno?; contestó: -educar, educar y educar. - Tal es la importancia de la educación de un pueblo cualquiera y vaya que el inglés tiene un elevado índice de escolaridad.
La educación es clave para el desarrollo; aquellas naciones que han dedicado su esfuerzo a incrementar la calidad educativa y subir sus promedios de escolaridad -caso Finlandia o Costa Rica- ven los resultados en el crecimiento de su PIB y la calidad de vida para sus habitantes.
Existe una enorme diferencia entre educar o instruir: educan quienes buscan formar integralmente a sus estudiantes; instruyen quienes únicamente se esfuerzan para dar herramientas para el trabajo y la productividad, descuidando el desarrollo humano integral.
Es interesante comparar los resultados de quienes recibieron, a nivel universitario, educación o instrucción: los primeros encuentran rápidamente ubicación social y profesional; los otros, aunque algunos excepcionales lleguen a colocarse rápidamente en el medio laboral, en general y a la larga, son relegados por los primeros.
En el campo de la solidaridad y subsidiariedad, los educados son capaces de involucrarse tempranamente en la problemática de su región o país, integrándose a organizaciones intermedias, buscando soluciones a problemas específicos; los segundos, no encuentran fácilmente sus razones del ser y hacer, generándose en ellos mayores sentimientos de frustración y ansiedad.
El profesor es aquel que va a favor, adelante de lo que cree -profesar es ejercer un oficio; afirmar una creencia; de pro, delante de, a favor de, y fiteri, fateri, declarar, reconocer públicamente- para lo que requiere de verdadera vocación -vocationem, acusativo de vocatio: llamamiento, invitación- que incluye especial inclinación por el servicio a los seres humanos.
Con estas definiciones, ahora podemos reflexionar sobre el perfil del profesor mexicano -de todos los niveles- y empezar a intentar discernir entre las expectativas de resultados y los elementos humanos y técnicos para alcanzarlos. Le invito a la reflexión.
La otra punta del proceso educativo son los estudiantes, quienes también requieren de antecedentes de enseñanza que, contrario a lo que algunos pudieran pensar, empiezan en el hogar.
Si el día 15 de mayo festejamos al profesor, bien pudiéramos incluir a los padres, los primeros educadores del hogar, aunque hay quienes afirman, basados en estudios fisiológicos serios, que empezamos a hacerlo desde la vida fetal y tal vez antes, cuando en el período embrionario comienza la organización de tejidos, órganos y sistemas del nuevo ser.
Evite eliminar a los factores genéticos y de desarrollo; tampoco descuide los acontecidos durante la gestación, desde alimentación hasta otros como contaminación y drogas; luego agregue la primera educación, que va desde apoyos al desarrollo psicomotor hasta el psicoafectivo, incluyendo cuestiones aparentemente triviales como orden en horarios de actividades tales como comer o participar en la vida familiar; luego continúe con el desarrollo de hábitos y actitudes del infante, para terminar con inculcar valores culturales y hasta religiosos. En todo ello los padres son primerísimos actores.
Como puede apreciar, educar es más que aplicar castigos a quien mal actúa -estímulos aversivos, dicen los profes- y en general, no estamos preparados para ello, ni quiénes somos padres o profesores. ¿Está de acuerdo en que nos queda mucho por hacer?
El inicio del cambio llega con la conciencia de la trascendencia del proceso educativo en las sociedades y que dependiendo del buen trabajo que se haga, será la calidad de vida social que vayamos a disfrutar o padecer, según el caso.
En La Laguna, contamos con excelentes profesores inspirados en la tradición que impusieron nuestros antepasados; beneficiados con el arribo de educadores que hicieron época: mexicanos, formados "a la antigüita" en normales rurales, posteriormente transformadas en urbanas; extranjeros, que se integraron al sistema educativo local, procedentes de diferentes países, particularmente de España, quienes llegaron exiliados durante la guerra civil que padecieron.
Para los buenos y quienes honestamente intentan serlo: nuestra felicitación y agradecimiento por su obra.
Si usted conoce alguno, lo invito a que le reconozca su esfuerzo.