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El año que termina

Periférico

LUIS GUILLERMO HERNÁNDEZ ARANDA

¡Qué bueno que ya se termina este año!, es la frase que con mayor regularidad he escuchado en los últimos días.

Contrario a lo que sucedía en anteriores ocasiones, ahora no se aprecia esa clásica melancolía propia del año que termina, por el contrario hay un sentimiento de urgencia para que las 12 campanadas suenen y llegue el 2010.

Razones para esta urgencia sobran. Una de ellas es que 2009 fue el año de la peor crisis económica de los tiempos modernos. Muchas empresas debieron recortar personal y cientos de familias de la noche a la mañana debieron enfrentarse a la incertidumbre y temor que genera el perder el empleo. Aunado a este fenómeno el consumo fue a la baja, y muchos pequeños negocios debieron cerrar sus puertas ante la falta de clientes.

Por si fuera poco 2009 fue el año de la "epidemia", por llamarle de algún modo a la aparición del virus A H1N1. La influenza nos obligó a entrarle con fervor patrio y miedo, a la moda del tapabocas. Este producto en Semana Santa alcanzó una gran demanda, la cual fue aprovechada por algunos para hacer su "agosto". Un tapaboca llegó a costar hasta 50 pesos. Vaya, tal fue la demanda que obligó a la "diversificación de mercados" de esta forma hasta algunas zapaterías le entraron a la moda de vender tapabocas. Dichos productos hechos de tela y ligas de un día para otro se volvieron una especie de productos de seguridad nacional. Cual película de terror era.

También el 2009 se caracterizó por la violencia. La guerra contra el narcotráfico deja un saldo de miles de muertos en todo el país, mientras que en la Comarca Lagunera los robos de autos y casa-habitación fueron al alza. Detenerse en una esquina ante la luz roja de un semáforo ya no es seguro cuando se tiene el miedo de que en cualquier momento aparezca un tipo con un arma para despojarnos de nuestro vehículo. Los secuestros no disminuyeron y por el contrario como efecto paralelo a la crisis económica, la industria del crimen fue en ascenso. Vaya, ni siquiera nos sirve el consuelo de voltear a otras ciudades, porque en todo México la historia es similar. Los robos, balaceras, secuestros y asesinatos, no conocen de divisiones geográficas.

En este año de sequía las grandes inversiones no llegaron a Torreón y sólo se concretó la inauguración del Territorio Santos Modelo, evento que sin duda fue el hecho más importante de la Comarca Lagunera.

El año que termina atacó varias de las necesidades que según la pirámide de Maslow el ser humano debe tener cubiertas. Sin embargo, el 2009 también fue un año de aprendizaje. Porque finalmente todo tipo de experiencia por más dura que sea siempre genera alguna enseñanza.

El 2010 llegará a Torreón con un nuevo gobierno. Las expectativas sobre la administración que encabezará Eduardo Olmos son muchas, algunas de ellas fomentadas por el propio alcalde electo en los días de campaña. Su lema de "Rescatar Torreón" es una promesa que los ciudadanos le exigirán cumplir.

Y precisamente ese "rescate" debe iniciar por cubrir esas necesidades básicas. La población de Torreón anhela ver una ciudad limpia, próspera, donde se sientan seguros para ir a sus trabajos así como para salir en la noche a divertirse. Es triste cómo la inseguridad ha afectado varios aspectos de la vida cotidiana, limitando sobre todo la convivencia con el otro en espacios públicos.

Ante la ola de violencia la mayoría de las personas sienten temor de encontrarse desprotegidos en medio de un hecho violento, experimentando un suceso del cual no se pueda tener control y que atente contra su seguridad. Un ejemplo de lo anterior sería un enfrentamiento armado en plena vía pública.

Termina el 2009 y normalmente cuando el ser humano tiene malas experiencias desea darle vuelta a la página y aferrase a una nueva esperanza. Torreón tendrá un nuevo gobierno que deberá dar frutos de manera inmediata para catalizar la energía positiva de los ciudadanos. Esa esperanza limitará la curva de aprendizaje de los nuevos funcionarios que están obligados a dar resultados pronto si no quieren que los ciudadanos se desesperen y la frustración aunado al enojo, limite la acción de gobierno.

El año que termina no fue nada fácil como sociedad, en lo individual cada uno de nosotros tendrá una historia personal que hace este año inolvidable. El 2010 ya está a la vuelta de la esquina y hay que enfrentarlo con el objetivo de ser mejores ciudadanos para construir un mejor lugar donde vivir.

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