Los comerciantes elevan los costos de los productos de Cuaresma; algunos alimentos del mar resultan prohibitivos para los pobres.
VICENTE GUERRERO
Los alimentos típicos de Cuaresma empiezan a subir de precio, dada la demanda; lamentablemente, el salario no aumenta en la misma proporción.
Vicente Guerrero, Dgo.- Después del Miércoles de Ceniza inició la Cuaresma y con ella la costumbre de saborear los platillos típicos como chuales, lentejas, pipián, camarón, pescado, torrejas y nopales, por mencionar algunos.
Estos productos se encontran en el mercado a precios accesibles, pues las bolsitas de 200 gramos se cotizan en 4.50 a 5:00 pesos a excepción del camarón seco que se vende a 120 pesos el kilogramo, además del huevo a 20 pesos el kilo.
Encarecimiento. Los nopalitos en temporada normal costaban 15 pesos el kilo; sin embargo, ahora con la llegada de Cuaresma tuvieron un incremento para ubicarse a 25 pesos el kilogramo. En cambio, el salario de los obreros no aumenta en la misma proporción de la aspiral de los precios de los productos.
La mayoría de las amas de casa que fueron entrevistadas indicó que en esta temporada se van a abstener de comer camarón por su alto precio y de preparar torrejas, pues también el huevo resulta bastante caro.
Tradición. Cristina Sánchez, ama de casa, dijo que durante esta temporada sólo hace chuales y lentejas, que es lo que pude conseguir más económico por lo pronto, ya que el camarón y pescado están fuera del alcance de su bolsillo.
Los dependientes de los puestos de estos productos indican que los consumidores sólo compran de lo más económico como chuales, garbanzo y lentejas, y el camarón dejó de ser un platillo de los pobres; en esta primera semana de Cuaresma, las ventas de este producto del mar están por debajo de otros años.
Mauricio A. Herrera
El Siglo de Durango
Desempleo y pobreza
Muchos creyentes se abstienen de comer carne los viernes, pero en ningún tiempo lo hacen los pobres, pues ya son platillos prohibitivos para quienes ganan el salario mínimo. Aquí hay quienes ni trabajo tienen y su situación es peor.
Para constatar lo anterior basta con dar un recorrido por las colonias de la periferia, donde se van formando los cinturones de pobreza; ahí se observan familias que comen una vez al día y otras ni eso, es cruda la realidad en este nuevo siglo. Hay mujeres que esperan el regreso de sus esposos para preparar algo de comida, pero en ocasiones el regreso es triste, con los bolsillos vacíos.