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Enero: Medio siglo de barbudos

FRANCISCO AMPARÁN

Como cada año, estos últimos días le daremos un repaso a algunas de las principales notas de cada mes. Empezamos (¡oh, sorpresa!) con enero, mes en que se dio un aniversario que para alguna gente fue significativo: el cincuentenario de la entrada de las fuerzas de Fidel Castro a La Habana. Y por tanto, el arranque de un régimen que, desde entonces, se ha sostenido contra viento y marea. Y no sólo como régimen: también como poderoso símbolo, emblema y mito.

Cuando los barbudos entraron a la bella Habana el primero de enero de 1959, pocos eran quienes podían adivinar en qué iba a culminar todo aquello. En esos momentos, parecía una rebelión más o menos popular, apoyada por una nación harta de los excesos de un tirano sanguinario, Fulgencio Batista. Tenía ciertos tintes abiertamente nacionalistas, y nada más. En Sierra Maestra, Fidel no pronunció la palabra "socialismo" ni cuando jugaba al Scrabble. De manera tal que su llegada al poder no alarmó ni a la clase media cubana ni al Gobierno de Eisenhower... que, cabe hacerlo notar, veía comunistas con tranchete hasta en las cortinas de la Casa Blanca.

A fin de cuentas, Fidel no tardó en afectar los intereses de importantes corporaciones norteamericanas; especialmente la más grande de ellas en Cuba, la Mafia. Y fue entonces cuando Estados Unidos respingó. Desde esos días, los dos países se han estado gruñendo y enseñando los dientes... lo que les ha servido de pretexto a los Castro para justificar el evidente y lamentable fracaso de su modelo económico.

Porque nadie con un mínimo de objetividad puede aducir que la Revolución Cubana ha cumplido con una de sus metas básicas, que era traerle prosperidad a la población de la isla que vivía en la pobreza. Al contrario: en términos de algunos factores con los que se mide el desarrollo humano, Cuba ha presentado retrocesos desde esos entonces. La población en promedio gana menos de cuatro dólares diarios (menos que el mínimo mexicano). Así pues, ¿de qué sirve una revolución que lanza a la pobreza a toda una nación?

Se han alcanzado grandes logros en educación y salud, ciertamente. Pero ya ni de eso pueden presumir los Castro y sus esbirros, por una razón muy sencilla: muchos maestros y doctores no están trabajando en Cuba, sino que se hallan en el extranjero, especialmente en Venezuela. Sus tatemas se han convertido en el principal producto de exportación de la isla, y lo que ganan pasa a engrosar las exiguas cuentas en moneda dura que el régimen necesita para pagar importaciones de alimentos y otros productos de primera necesidad.

Total, que a cincuenta años de la llegada al poder de los barbones, podemos decir que ésa, como tantas otras revoluciones, fue un fracaso. Aunque el mito se mantenga, especialmente entre quienes no quieren ver la realidad, y siguen apegados a su rancia retórica y añejos lemas... del Siglo XX.

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