SEPTIEMBRE: UN PRESIDENTE CONVICTO
Continuamos con nuestro repaso de algunas de las noticias más interesantes de cada mes de 2009. Hoy toca el turno a septiembre:
Mucha gente piensa que la corrupción es privativa de países atrasados, primitivos y bananeros. Que sólo en la pobreza y la región cuatro se pueden hallar el peculado, el desvío de recursos y la mordida. Pero no es así. Ahí donde haya seres humanos, habrá corrupción. Es parte de la débil naturaleza humana. El problema de México no es la corrupción: es la impunidad. Corruptos hay en todos lados. Pero hay más, y más brutales, si no son castigados. Si saben que por sus robos y corruptelas no recibirán castigo alguno, con más razón los realizan.
Además, en algunos países el sentido del honor juega un papel importante para inhibir conductas incorrectas. Cabe recordar cómo, este mismo año, un expresidente de Corea del Sur se suicidó porque iba a ser juzgado por presunta corrupción. No, no había sido hallado culpable; el juicio ni siquiera había empezado en forma; pero sintió que, fuera cual fuera el resultado, su reputación había quedado manchada de manera irremediable. Y decidió abandonar este mundo cruel.
Evidentemente algo tienen el chop suey y la carne de perro, que hacen a los orientales más sensibles en cuestiones de corrupción gubernamental. Lo decimos porque en septiembre fue condenado a prisión perpetua el expresidente de Taiwán, Chen Shui-bian. Y sí, ya lo adivinaron: por andar recibiendo sobornos, aceptando lana ilegal para campañas electorales y hacerse con dinero público que no le correspondía.
Y para que no estuviera solo, al menos un rato, su esposa también fue condenada a un año de prisión, por perjurio y andar tratando de convencer testigos para que alteraran sus declaraciones.
Shui-bian alegó su total inocencia y dijo que todo formó parte de un compló del actual Gobierno, que sigue una línea totalmente opuesta a la que él trazó mientras estuvo en la presidencia. O sea, que se trata no de un proceso por corrupción, sino de una persecución política.
Dijo Shui-bian, por ejemplo, que se le acusa de disponer ilegalmente de dinero de un fondo presidencial cuyo empleo nunca ha quedado claro en la legislación taiwanesa; y que al parecer siempre había sido usado discrecionalmente por los titulares del ejecutivo. Sí, si les suena conocido, sería el equivalente taiwanés de la partida presidencial, que ya sabemos a cuántos abusos se ha prestado por estos lares.
También alegó que no se le pudo comprobar que los donativos recibidos para campañas políticas hayan comprado favores, cargos o prebendas para las empresas que los hicieron. Aunque como dicen que dijo un célebre opositor en los buenos tiempos del PRI: lo acusan de ladrón, no de idiota.
El caso es que, íntimamente, envidiamos a los taiwaneses. Resulta evidente que allá sí saben poner la casa en orden.