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El comentario de hoy

FRANCISCO AMPARÁN

Noviembre: ¡Colados!

Seguimos comentando algunas de las notas más interesantes o chuscas de cada mes de este año que casi termina. Le corresponde hoy al mes de noviembre.

Aquellos a quienes les gusta analizar todo con lupa, y se las dan de muy sagaces, han gastado inusitadas cantidades de tinta y saliva tratando de interpretar la rechifla que se llevó el presidente Calderón a la hora de inaugurar el TSM. Y muchos han concluido que buena parte de la música de viento se debió al engorro y las demoras causadas por los elementos del Estado Mayor Presidencial, que para salvaguardar la integridad del primer mandatario, cerraron accesos, implementaron filtros y acabaron con la poca logística que se había puesto a punto.

Y por supuesto, no hay con quién quejarse. El Estado Mayor es una especie de organismo intocable, al que se debe obedecer sin pedir explicaciones, del que no se pueden esperar disculpas. Su chamba es ser duros e intransigentes, y pueden presumir que ningún presidente ha sido víctima de un atentado desde aquella famosa comida en el restaurante La Bombilla de 1928. Medido con ese rasero, el Estado Mayor Presidencial puede presentar buenas cuentas. Lo de Colosio, alegan, fue harina de otro costal: era un candidato, no un presidente, lo que conlleva un destacamento y una logística muy diferentes.

Desde que John F. Kennedy fuera asesinado en Dallas en 1963, varios presidentes de Estados Unidos han sufrido atentados. El más notorio es el cometido por John Hinckley en 1981 en contra de Ronald Reagan, al que le alcanzó a pegar un balazo. Sin embargo, el viejo cowboy se sobrepuso. Si había sobrevivido a varias décadas de matrimonio con el plomo de Nancy, ¡qué le iba a hacer una balita de nada!

En ese sentido, el Servicio Secreto, el destacamento encargado de la seguridad del residente en la Casa Blanca, puede presumir de casi medio siglo sin que los malosos hayan atentado con éxito en contra de su comandante en jefe.

En estos tiempos, los chicos de lentes oscuros tienen una tarea más pesada: desde que Obama subió a la Presidencia, las amenazas de muerte contra el presidente se han disparado geométricamente. Por ello, se supone que hoy tienen que estar más atentos que nunca.

Estando así las cosas, a muchos les puso los pelos de punta enterarse que, en la primera cena de Estado ofrecida por Obama, en honor del primer ministro de la India, se había colado una pareja sin invitación. No que quisieran hacer nada más grave que retratarse con los poderosos y famosos, y promoverse para un reality show. Pero el que la seguridad presidencial pudiera ser burlada por unos auténticos novatos, hizo sonar campanadas de alarma en el Servicio Secreto y en todos lados.

El matrimonio formado por Michelle y Tariq Salahi, criadores de caballos, vinateros, socialitos y candidatos a figurar en uno de esos intragables programas llamados reality shows, se dejó caer en tan notable acontecimiento sin invitación ni nada. Sus nombres no estaban en ninguna lista; pero de alguna manera se colaron a la cena. Muy bien vestidos y elegantes, eso sí. Y la señora, cabe hacer notar, tiene pinta de modelo de pasarela.

La anécdota parece indicar que, si uno da el gatazo, puede infringir hasta las más severas medidas de seguridad. ¡Oh, vanidad! ¡Oh, apariencias!

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