Diciembre: El fin (¿?) de Ponfilio
Terminamos el rápido repaso de algunas de las más notables notas de cada mes de este año que, bendito sea mi Padre Dios, al fin terminó. Como debe ser, hoy le toca el turno a diciembre... y a uno de los personajes más relevantemente chocantes de los últimos tiempos.
Fue muy divertido mientras duró. De hecho, lo vamos a extrañar. Algunas buenas conciencias dirán que a los habitantes de Iztapalapa no les parecía nada cómico el resultar rehenes del sainete de Juanito. Que mientras durara, había una situación de ingobernabilidad en esa demarcación, la más poblada del país. Pero la verdad es que Iztapalapa ha estado sin gobierno desde tiempos de Moctezuma Xocoyotzin. Con Juanito, con Clarita o sin ellos, ese rincón de la capital siempre se ha encontrado en el más completo abandono. De hecho, quienes desean hacerse cargo de él lo hacen no por beneficiar a la gente, sino beneficiarse de los más de tres mil millones de pesos que tiene de presupuesto.
Mucho se ha escrito y dicho sobre el lamentable espectáculo que brindaran el PRD y el PT con todo este asunto. Lo peor es que no parecen haber aprendido la lección. No se ve por ningún lado un acto de contrición, o una disculpa al país por haber desnudado de tan fea manera sus vergüenzas. Y luego se quejan de que no los tomen en serio, y de lo bajo que aparecen en las encuestas de opinión.
Pese a la exposición mediática que tuvo esta ópera bufa, creo que nadie se ha detenido a considerar con cierta profundidad el por qué se acabó. Pienso que hay algo de jugo que sacarle a lo que motivó la petición de licencia indefinida de Juanito.
Según todos los chismes y rumores, el hombre de la banda tricolor (en la cabeza) dio su brazo a torcer cuando lo amenazaron con fincarle responsabilidades penales por haber utilizado actas de nacimiento apócrifas para realizar todo tipo de trámites, incluido su registro como candidato. Ante semejante perspectiva, Juanito aventó el arpa.
Por un lado, resulta que Juanito, como todo miembro de la farándula que se precie de serlo, había mentido sobre su edad. Lo cual, la verdad, no tiene pies ni cabeza... a menos que su egolatría y desapego a la realidad no empezaran cuando ganó la delegación. Sí, al parecer el tipo estaba desquiciado incluso antes de ser designado oficialmente títere de Andrés López.
Pero por otra parte, resulta que su nombre real era Rafael Ponfilio Acosta Ángeles. Y él mintió frecuente y consuetudinariamente al respecto, de viva voz y en documentos oficiales. ¡Tremendo crimen!
La verdad, si mis padres hubieran tenido el atrevimiento y "mala leche" de bautizarme como Ponfilio, haría todo lo posible por ocultar tan lamentable circunstancia. Por ese lado, lo hecho por Juanito es explicable.
Pero por otro, ¿con su renuncia ya queda saldada su falta? ¿No se persigue de oficio ese tipo de delitos? ¿O creerán las autoridades que con el ridículo nacional y perpetuo a que será sometido de aquí en adelante, ese pobre diablo ya tiene suficiente castigo? Me late que por ahí va la cosa.
¡Y anímense! ¡Al fin se acabó el 2009!