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El coro

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LUIS FERNANDO SALAZAR WOOLFOLK

El coro de niños de Casa Puente que sostienen el DIF del Municipio de Torreón y la empresa Metalúrgica Peñoles, es un ejemplo de lo que se puede lograr cuando se suman los esfuerzos de Sociedad y Gobierno.

Casa Puente es un albergue del DIF Municipal destinado a recibir de modo temporal a niños en condición de alto riesgo, sea por que vivan en la calle o en hogares disfucionales en los que reciben mal trato o enfrentan peligro o abandono. El grupo coral nace hace tres años bajo la dirección del Maestro Silvestre Santos como parte del programa de atención a los niños rescatados.

La situación especial de estos niños hace difícil mantener un grupo estable, lo que en un principio obstaculizó la formación del coro y a la vez, la falta de esquemas formativos dificultaba la integración de los niños en el albergue. Para romper el círculo, surge la idea de invitar al coro a los alumnos de una escuela vecina, a la que asisten niños que no enfrentan la adversidad de los pupilos de Casa Puente, lo que da como resultado una saludable integración.

En este esfuerzo la Señora Carmelita Díaz Flores de Sada aporta al equipo docente un elemento de calidez maternal, que atempera la disciplina que por naturaleza exige la tarea a los niños, obteniendo una resultante de alegre y amorosa entrega de todos, maestros y alumnos, a la tarea de formación por medio del canto.

Los temas van desde la música popular, pasando por arias de ópera y música sacra de estilo barroco. Los más adelantados incursionan en el Canto Gregoriano. Los niños se transforman, el contacto con otros idiomas y el canto que surge de sus entrañas aumenta su seguridad y su autoestima. El contacto con esos géneros musicales bajo la dirección adecuada, pone a los niños en la línea del buen gusto y el goce estético, que son la antesala del contacto con otros valores como el bien y la verdad.

El asunto no queda en la teoría. La apreciación de los valores conduce a la práctica de las virtudes, y en poco tiempo los niños fortalecen su voluntad y mejoran su conducta, su disciplina, su puntualidad y su dedicación al estudio, hasta reflejarse en su trato y en su semblante.

Poco a poco el saludable efecto se derrama sobre las familias de los niños y las ilumina. Padres, madres y hermanos que son testigos del cambio y se apuntan para participar como animados colaboradores movidos por un sentimiento que es mezcla de orgullo y asombro, porque el niño se convierte en ejemplo y referente.

El proyecto se expande. Inicia un plan piloto de difusión a partir de la Escuela Lucio Blanco en la colonia del mismo nombre, que llama la atención a los directivos de Peñoles, que descubren una oportunidad de vinculación con la comunidad. A partir de ese punto la empresa hace suyo el proyecto con el nivel de compromiso que el caso amerita, ofreciendo su apoyo a la creación de coros en cada una de las escuelas públicas que existen en torno a la Planta Metalúrgica.

Los frutos son al ciento por uno. En poco tiempo se organizan talleres escolares de canto en las instituciones educativas participantes, para crear a su vez un gran coro que en su última presentación el sábado pasado, conjuntó cuatrocientas voces de niñas y niños cantores que se presentaron en el auditorio del Sindicato Minero.

El proyecto debe continuar. El coro como etapa formativa en la vida de cualquier niño cumple con un fin educativo que es importante en sí mismo, y sus beneficios recreativos se derraman sobre el cuerpo social en su conjunto.

Correo electrónico:

Lfsalazarw@prodigy.net.mx

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