"Nuestra mayor gloria no radica en nunca caer sino en levantarnos cada vez que caemos".
Confucio
Una vez más los mercados financieros del mundo se pintaron de rojo. El índice Dow Jones de Nueva York cayó ayer 4.24 por ciento y se colocó debajo de las siete mil unidades por primera vez desde 1997. Su pérdida de 20 por ciento en los dos primeros meses de este año es la mayor registrada en un periodo similar desde la fundación del índice hace más de un siglo.
Apenas en octubre de 2007, el Dow Jones rebasó las 14 mil unidades. Hoy ha perdido más de la mitad de su valor. Nadie parece estar seguro de cuánto tiempo pasará para que el indicador recupere el nivel de octubre del 2007. Hay quien dice que podría ser una década, un horizonte demasiado largo para casi cualquier inversor.
El pánico se ha extendido, de hecho, a todo el mundo. Ayer, antes de que abrieran los mercados de América, ya se habían desplomado los de Asia y Europa.
La Bolsa Mexicana, que también perdió 20 por ciento de su valor en los dos primeros meses de 2009, bajó ayer 4.63 por ciento. Con este desplome rebasa ya en 2009 toda la caída del 2008, que fue la peor en 10 años (24.23 por ciento). Pero la pérdida real para los inversores en el mercado mexicano, sin embargo, es peor que para los estadounidenses porque el peso ha continuado su devaluación.
Ayer el tipo de cambio, que cerró 2008 a 14.80 pesos por dólar al menudeo, se cotizó a 15.59 pesos. El precio del dólar ha aumentado en 22 por ciento en apenas dos meses. De nada sirvió la declaración del secretario de Hacienda, Agustín Carstens, en la reunión de ministros de finanzas en Portugal de que el peso se encuentra subvaluado. Tampoco han ayudado las intervenciones directas del Banco de México en el mercado cambiario, en las que no se sabe ni cuánto, ni a qué precio ni a quién le está vendiendo.
El derrumbe de este 2 de marzo no fue producto de la especulación, ese villano favorito de estas ocasiones. Lo que había ayer en los mercados era un verdadero pánico. Conmocionó a los inversores el anuncio de que AIG, el gigante de los seguros, perdió 61,700 millones de dólares sólo en el cuarto trimestre del 2008, la mayor pérdida trimestral en la historia de cualquier empresa en la historia del mundo. Las pérdidas acumuladas por AIG el año pasado ascendieron a ¡99 mil millones de dólares! El Gobierno de Estados Unidos anunció que inyectaría otros 30 mil millones de dólares a la empresa, pero no hay dinero que alcance para seguir rescatando a empresas sin futuro. En el 2008 AIG recibió 150 mil millones de dólares de los contribuyentes. ¿Cuánto más habrá que darle en los próximos meses? Parece, como Citigroup, un hoyo sin fondo.
HSBC, el gigante bancario británico, anunció ayer también que buscaría 12,500 millones de dólares en capital fresco, lo que hizo que se desplomaran sus acciones. El pesimismo aumentó ayer mismo cuando Berkshire Hathaway, Inc., la empresa de inversiones de Warren Buffett, el hombre más rico del mundo, reportó su quinto trimestre con pérdidas. Si el inversor más astuto del mundo no puede ganar dinero en esta turbulencia, pensaron muchos, nadie más podrá hacerlo.
Las noticias negativas, sin embargo, no han terminado. Cada día se registra un nuevo golpe en un momento en que el mundo está entrando a lo que se percibe como la peor crisis económica desde la Gran Depresión. Las previsiones sobre la economía de Estados Unidos y México se deterioran cada día.
La avalancha de información negativa, sin embargo, ha ocultado los primeros indicios de que hay una luz al final del túnel. Ayer mismo, el Departamento de Comercio de Estados Unidos anunció que las ventas al consumidor aumentaron 0.6 por ciento en enero, la primera alza después de siete meses de bajas. Mucho más importante es que la tasa de ahorro de los estadounidenses ha subido a 5 por ciento del ingreso, el mayor nivel en casi 14 años.
Para quienes consideramos que la crisis en Estados Unidos es producto de un exceso de gasto financiado con crédito, el que el ahorro de los estadounidenses esté alcanzando niveles no vistos desde 1995 es razón de optimismo. Los consumidores están siendo más inteligentes que los políticos. Mientras que Barack Obama está siguiendo las políticas de George W. Bush y arroja más crédito y dinero a la crisis, los consumidores han reducido su consumo de manera drástica. El ingreso disponible de los estadounidenses después de impuestos aumentó 1.5 por ciento en enero de 2009. Pero el dinero se está ahorrando. Los consumidores están sembrando las raíces de la recuperación al rechazar las políticas del binomio Bush-Obama, que piensan que el camino a la recuperación radica en que la gente gaste más de lo que tiene.
El consumo mexicano no ha caído mucho. El problema para las empresas mexicanas es la devaluación del peso. Ahí está el caso de Femsa, la empresa regiomontana que embotella y vende Coca-Cola y cervezas y que es dueña de la cadena minorista Oxxo. Sus ingresos totales crecieron sorprendentemente 15.4 por ciento en 2008. La utilidad bruta se elevó 14.8 por ciento. Pero la utilidad neta cayó 75.9 por ciento, como consecuencia de la devaluación del peso. También Pemex tuvo una pérdida neta de 109 mil millones de pesos en el 2008, debido principalmente a una pérdida cambiaria de 68 mil millones de pesos.