"Las condiciones actuales son propicias, la pandemia puede ocurrir aunque nadie sabe en qué momento". Esta línea aparece en las conclusiones de un simulacro de epidemia por influenza, que realizaron varios países (México, entre los ocho que lideraron el esfuerzo) en octubre de 2006.
Todos los geólogos coinciden en que vendrá otro sismo como el de 1985, pero no saben cuándo, dónde ni en qué magnitud. Lo mismo para la pandemia de influenza. La Organización Mundial de la Salud lleva una década diciendo que viene, inevitablemente. No se sabía de qué tipo, ni dónde aparecería. Creyó que sería aviar y surgiría en Asia. Pero no. Fue porcícola y brotó en México y Estados Unidos, con la temida capacidad de fácil contagio de persona a persona.
Ese simulacro de epidemia por gripe aviar, con otros similares realizados en distintos años recientes, es la guía que están empleando autoridades nacionales e internacionales para enfrentar el reto de la influenza porcícola.
¿Qué revelaron los simulacros?
1.- Que quien en este momento se anime a predecir si la actual situación epidemiológica se va a poner peor o se va a calmar, está mintiendo. No se puede saber.
2.- Que haga lo que haga el Gobierno, en estos días se van a registrar más casos y más muertes (pero no debe ser un crecimiento desmedido).
3.- Que este fin de semana ya se podrá tener más luz: si comienza a bajar el número de casos, va camino a la contención; de otra manera, será una peligrosa pandemia.
4.- Que las cosas que inciden con más contundencia para frenar la propagación es que la gente permanezca en sus casas y acuda al médico al menor síntoma.
En ese contexto, ¿por qué no hacer obligatorio el uso de tapabocas en sitios públicos? ¿Por qué no decretar de una vez el paro de labores, aprovechar como las escuelas el puente, y evitar que el daño económico sea mayor si las cosas se salen de control?
Es un simple simulacro. Sólo la realidad dirá si fue buen pronóstico.