En coincidencia de la reciente temporada navideña, el Papa Benedicto XVI ha presentado una producción de Música Sacra denominada Alma Mater, que viene a ser la fase más reciente de una propuesta de reforma litúrgica en la que el Pontífice ha trabajado desde años atrás, a fin de que la Iglesia de Cristo ofrezca "Un canto Nuevo para el Señor".
El disco es una herramienta de auxilio para la oración, la meditación y la reflexión, que tiene como centro a la persona de Cristo y a la Virgen María.
La producción es una síntesis de la tradición musical de la Iglesia de Oriente y Occidente, encaminada a hacia la unidad de los cristianos. Se compone de elementos de Canto Gregoriano y de música barroca, y culmina con la melodía Regina Coeli que significa Reyna del Cielo, cantada en voz del propio Pontífice.
Más allá de los elementos humanísticos que el disco contiene, la pretensión litúrgica de la propuesta se abre a la acción de Dios sobre el universo cósmico de la creación y de la historia, a través de la presencia del Verbo Encarnado en el seno de la humanidad. En cuanto a la relación con el mundo y el impacto que pueda causar el disco en el gran público, el Santo Padre es conciente de que la música de la Iglesia es una expresión cultural de la fe, que como tal comparte la problemática actual de la relación entre Iglesia y cultura.
El Renacimiento y la Reforma significaron una primera crisis entre Iglesia y cultura, pero sólo la Ilustración significó una separación decisiva entre fe y cultura, que por desgracia ha derivado en un verdadero antagonismo dado el proceso de desesperanza en que se encuentra inmerso el mundo moderno, una vez que abandonó su fundamento religioso.
La música como cualquiera expresión cultural es vida humana y ha tenido en el pasado y tiene en la actualidad diversos planos. Desde el canto sin arte, pero verdadero canto del hombre sencillo, hasta la realización artística suprema.
El Papa advierte que en la actualidad la música se ha escindido en dos polos que apenas tienen que ver entre sí. Está por una parte la música de masas que por obra de la mercadotecnia se ha convertido en mercancía fabricada industrialmente y que se cotiza por su valor de venta y por otra, existe una música de concierto construida racionalmente con técnicas rigurosas, que cuenta con un público elitista.
En el punto medio entre los dos extremos de esta división, el Papa llama a evitar esto que llama esquizofrenia cultural e invita a ocupar el terreno intermedio de la música historicamente anterior a tal división, que emocionaba a las personas y sigue emocionando hasta el día de hoy.
En la medida en que el Papa abre su propuesta musical a la acción de Dios en la historia, se pregunta si podemos encontrar un texto bíblico que muestre con toda claridad la perspectiva en que la Sagrada Escritura hace la conexión entre música y fe.
La respuesta la encuentra en que la Biblia tiene su propio cancionero en el libro de Los Salmos o Salterio, que al margen de la mera práctica del canto y de la instrumentación, contiene elementos esenciales de una teoría y una práctica viva de la música en la fe y al servicio de la fe. Fiel a esta premisa, en nombre de la Iglesia Universal el Papa dice al Señor con el Salmista: "Te cantaré en presencia de los Ángeles".