MUJER: ¡EL SANTOS ME VUELVE LOCO¡
Hace algunos días comentábamos en un programa de radio de la crisis económica en México, coincidentemente esto se daba antes del juego de futbol América versus Santos Laguna, que por cierto los boletos se habían agotado. Era el segundo partido dentro del nuevo estadio Corona y nuevamente los accesos estaban agotados.
Seguramente usted tuvo la oportunidad de asistir a la ceremonia inaugural o por lo menos observarlo por televisan. No me dejará mentir pero por un momento parecía que el espectáculo estuviera en otra ciudad, incluso fuera de nuestro país. Para los que amamos el futbol americano apreciamos un espectáculo semejante a un Súper Tazón. Ya sé que usted me va a decir que estoy exagerando que en Estados Unidos pasan aviones a alta velocidad y aquí ni el helicóptero del gobernador pasó, pero de que el evento tuvo una gran magnitud, definitivamente la tuvo.
¿Pero qué pasa con las crisis? ¿Verdaderamente existe? Decir que no existe la crisis, es pensar que Jaime Mausán siempre ha tendido la razón y que Osama Bin Laden es Salinas de Gortari con cabello y sin afeitar.
Desde luego que hay crisis, basta con ir al súper cada 15 días y darnos cuenta que con lo mismo, completamos menos.
Y luego, ¿por qué el estadio se llena en dos ocasiones seguidas? Desde mi punto de vista esto se debe a las prioridades en la vida. Para ejemplificar esto baste unos cuantos ejemplos.
El primer ejemplo es el vecino que tiene un camionetón de miedo (léase una pick up doble cabina) y vive dentro de una casa de interés social, lo que hace que la camioneta en cuestión la estacione fuera de la cochera porque simplemente no cabe. Obviamente la prioridad del vecino está determinada por los coches.
El segundo ejemplo será el de la mamá que quiere que su hija se case de blanco, cuando la hija resulta con su domingo siete, es decir se embaraza, la mamá se siente mal porque su prioridad es la expectativa de que la hija se case sin estar embarazada, no la felicidad de ésta. Un tercer caso se presenta cuando el esposo que tiene tiempo para sus amigos y compañeros de trabajo, pero cuando la esposa le pide que vayan a cenar o al cine argumenta estar cansado o que tiene mucho trabajo.
Un punto importante aquí es señalar que las prioridades no son ni buenas ni malas, simplemente son, ya que dependen de cada persona y finalmente cada individuo vive como mejor le parezca, siempre y cuando no dañe a los demás.
¿Pero esto qué tiene qué ver con el Santos y la crisis? Ah, pues que el Santos es una de las prioridades más importantes para los laguneros y que muchas de las veces sacrificamos un evento o gasto para hacerlo en función de un equipo, en este caso el verdiblanco.
¿Existe crisis entonces? Por supuesto que existe, lo que no existe son medidas para contrarrestarlas. Si bien es cierto que la mayoría de la responsabilidad se la lleva el Gobierno Federal, también es cierto que nosotros podemos hacer algo. Una probable solución estaría en priorizar.
Habrá que preguntarnos si la carne asada es necesaria, si el coche nuevo es indispensable, si el implante de senos es absolutamente necesario, o si el partido de Santos vs. Morelia me enfermaría si no voy al estadio. O más drástico aún, si las caguamas que me voy a tomar son más importantes que el kilo de huevos que mí refrigerador reclama.
No con esto quiero decir que les hagamos comparsa al gobierno y a los encargados del Poder Legislativo en apretarnos aún más el cinturón, que por cierto no parece existir después de 25 años ininterrumpidos de crisis económica, a menos que sea el cinturón de Castrens, que le hace falta una buena dosis de Herbalife para adelgazar. Sino que tomemos el control de lo que sí podemos, poniendo nuestras expectativas claras sobre lo que deseamos y lo que podemos alcanzar.
Esto mi estimado lector, requiere que prioricemos, que pongamos en una balanza nuestros deseos y necesidades y no nos dejemos llevar por la mercadotecnia barata, y si desde luego asistir a eventos que valgan la pena, siempre y cuando nuestra seguridad económica no quede desprotegida.
Lo anterior se puede aprender, siempre y cuando exista voluntad y mentalidad para hacerlo. Póngase en contacto conmigo y se lo muestro.
P.D. Por cierto, no soy amigo de Walter Mercado, soy psicólogo.
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