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EL DIVÁN

LIC. JOSÉ ANTONIO MIRANDA HERNÁNDEZ

¡Me siento sola! No se preocupe, ya tendrá tiempo para gastar.

Hace algunos días platicaba con un colega sobre la aplicación de un programa de gobierno dirigido a los ejidos que consistía en generar recursos para invertirlos nuevamente y finalmente ser un proceso de autogestión.

A grandes rasgos funcionaba más o menos así: ellos invertían dinero comprando productos, que posteriormente vendían y al final se quedaban con una ganancia que volvían a invertir, generando dentro del proceso ingresos estables.

En principio ellos tardaron en adoptar el programa porque estaban acostumbrados a que la atención de los gobernantes se debía centrar en darles su torta de aguacate y su refresco, su tinaco o en darles cada mes una raquítica despensa. Esto lo interpretaban como que los gobernantes los querían.

Espero no parecer promocional de programa de gobierno, pero lo que argumentaba mi colega era que la gente no se daba cuenta de que la ayuda real no era la despenas sino enseñarles a los nuevos empresarios a generar ingresos por ellos mismos dejando de lado la dependencia de los programas de gobierno.

Ahora que recuerdo la conversación yo me pregunto. ¿Pasará sólo esto en las clases más necesitadas? ¿Es sólo un problema que no afecta a la gente estudiada? Pareciera que no. Para esto permítame dos ejemplos.

Usted debe cierta cantidad de dinero en la tienda que dice que vende lo mejor para vivir bien. Llega su aguinaldo y decide pagar y dejar en ceros el adeudo. Sin embargo empieza a comprar regalos para todo mundo incluyendo a su suegra quien siempre ha deseado comprar la pantalla de quien sabe cuántas pulgadas en donde se escucha mejor los lamentos de Paquita la del Barrio. Al final de la jornada la tarjeta de crédito estará a reventar y usted deberá más dinero de lo que realmente puede pagar. ¿Cuál fue el resultado? Usted siempre seguirá endeudado. Obviamente con una suegra muy contenta, pero sin un quinto en el bolsillo.

Otro ejemplo. Éste se da en la tienda donde uno es parte de ellos, la señora joven y atractiva que vende su coche de modelo reciente para adquirir uno del año. Tendrá desde luego un coche nuevo para presumir a las amigas, pero en lugar de liquidar la deuda de su antiguo vehículo nada despreciable, prefiere adquirir otro a crédito para no sentirse menos cuando recoge a su hija en el colegio. ¿Sabe cuál es el resultado? ¡Claro¡ Vivir endeudado.

Volviendo a las preguntas iniciales diríamos entonces que tanto en las clases sociales bajas como las menos bajas, ahora que la clase media desapareció, no existe la mentalidad de invertir o generar nuestros propios ingresos, sino la de vivir endeudados y comprar lo que no es tan necesario siempre con el fin de pasar unas fiestas como la mercadotecnia nos dice.

Desde luego no estoy en contra de comprar en las tiendas esta Navidad, pero si estoy en contra de adquirir lo que no es necesario.

Si yo invierto parte de mi aguinaldo o sueldo en otras cosas, probablemente en el futuro podré lograr una independencia económica que me llevará a ser dueño de mi propio negocio, así sea vendiendo tacos o vendiendo productos internacionales.

Sin embargo existe en México la mentalidad del principio del placer, donde todo lo que se tiene, se debe gastar en un dos por tres y la vida sólo se vive ahora, lo cual para comercial de tarjeta de crédito es fabuloso, pero no para la realidad en que vivimos.

Pero estando en un país donde Cuauhtémoc Blanco es ídolo y la frase de Pedro Infante del torito siga siendo lo más trascendental, podremos seguir varias generaciones sin dar el cambio de mentalidad que México necesita. Como diría la niña de diez años Carolina Aranda Cruz en un discurso "Pobre México nuestro tan cerca del futbol y tan lejos de la ciencia".

Yo los invitaría a meditar sobre cuál es el verdadero sentido de la Navidad, si usted es católico el nacimiento de Cristo, si usted es no creyente el convivir con la familia, si en su defecto es aventurero ir a un lugar desconocido o simplemente para decidir descansar, le sugiero que lo haga de manera congruente y no termine gastando de más o pensando que la felicidad la da sólo el dinero o el poder.

P.D. No trabajo en la Profeco.

Mi correo electrónico:

Jose.mirandah@uvmnet.edu

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