"Conócete a ti mismo, conoce a tu enemigo.
Mil batallas, mil victorias."
Sun Tzu
México está empezando una lucha brutal contra un enemigo que apenas conocemos.
Hasta el jueves de la semana pasada el virus A/H1N1 simplemente no se había identificado ni en cerdos ni en humanos. La confirmación clínica de la nueva variedad de influenza porcina se recibió en México el 23 de abril a las cuatro de la tarde. Para las 11 de la noche el secretario de salud, José Ángel Córdova, había declarado la alerta y ordenado la suspensión de clases en el Distrito Federal y el Estado de México. Apenas ayer la Organización Mundial de la Salud determinó que el virus se contagia entre humanos y por ello elevó su alerta sanitaria de fase 3 a fase 4.
Por eso son tan absurdas las acusaciones de algunos políticos, como las del senador priista Pedro Joaquín Coldwell, quien afirmó este 26 de abril que las medidas del Gobierno mexicano son "necesarias para cuidar la salud pública, pero se perciben tardías; se percibe que hubo un ocultamiento de la información y una actuación a destiempo del Gobierno". La tentación de los políticos para aprovechar la tragedia humana para su beneficio en este año electoral es imperdonable.
Aun hay mucho que no sabemos acerca del virus. Una pregunta que nadie ha podido responder es por qué en Estados Unidos hay 40 casos confirmados de influenza de esta nueva variante de A/H1N1 con pacientes que sólo han sufrido malestares ligeros. En México, mientras tanto, hay cuando menos 20 muertes confirmadas y quizá decenas o centenas más (véase nota abajo).
De la identificación del virus y la confirmación de que éste se contagia de humano a humano hay que pasar a otros retos más complicados. Se necesita, por ejemplo, desarrollar un procedimiento rápido para saber quién tiene y quién no el A/H1N1. Por otra parte, sabemos ya que las vacunas existentes no actúan para proteger al humano ante esta nueva variedad. Debe desarrollarse, pues, una vacuna específica contra la enfermedad. De hecho, el Instituto de Ciencia y Tecnología del Distrito Federal ha anunciado una convocatoria, con una bolsa de premios de 15 millones de pesos, para que la comunidad científica aporte propuestas para el desarrollo de métodos de diagnóstico, vacunas y sistemas de tipificación molecular de los virus de influenza aviaria y porcina.
Sabemos ya que algunos de los antivirales tradicionales no son eficaces en contra de la nueva variedad del virus. El que sí funciona es el fosfato de oseltamivir, o simplemente oseltamivir, que la empresa Roche fabrica bajo el nombre comercial de Tamiflu. El problema en este momento es la tentación de mucha gente de utilizarlo como una forma de prevención. Para empezar no sirve para ello, pero el riesgo es que su uso indiscriminado tendería a generar variedades resistentes del virus, lo cual equivaldría a cerrarnos la puerta al tratamiento en el futuro. Por eso es acertada la decisión de la Secretaría de Salud de emplear el oseltamivir sólo en casos confirmados de contagio.
Por lo pronto, México está enfrentando un enemigo muy poderoso sin conocerlo realmente. Apenas el jueves pasado supimos quién era. Hoy estamos tratando de comprender cómo se comporta y cuáles son sus debilidades. Los políticos, sin embargo, ya quieren aprovecharlo para generar votos.
Entre 2003 y 2009 se registraron 451 casos confirmados de influenza aviaria (H5N1) en el mundo, de los cuales 257 han fallecido (OMS, 23 abril 2009). De la nueva variedad de influenza porcina (A/H1N1) había hasta ayer 40 casos confirmados en Estados Unidos, seis en Canadá y uno en España sin muertes (OMS, 27 abril 2009). En México ayer por la mañana el secretario Córdova reportó 20 muertos confirmados por A/H1N1. Señaló también que 1,995 pacientes han sido hospitalizados por neumonía grave, de los cuales 776 siguen hospitalizados y 149 han fallecido. Muchos de ellos podrían ser víctimas de la influenza porcina.