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El fin de la corbata

Últimamente la corbata poco a poco ha ido perdiendo terreno.

Últimamente la corbata poco a poco ha ido perdiendo terreno.

AGENCIAS

El debate sobre el uso de la corbata no es nuevo; sin embargo es indudable que últimamente esta ¿prenda? ¿Complemento? Ha ido perdiendo terreno. Antes era impensable que un alto ejecutivo asistiera a una reunión importante sin ella; hoy, grandes personajes del mundo de los negocios cierran transacciones multimillonarias sin preocuparse por llevarla, ni siquiera para la foto.

Desde hace algunas décadas hay quienes vaticinan su extinción. Uno de ellos fue el diseñador italiano Gianni Versace.

A principios de la década de los 90, el modisto ofreció su visión del futuro, ahora nuestro presente, en un libro titulado Hombres Sin Corbatas. En la portada aparece un modelo desnudo que únicamente lleva puestas unas cuantas corbatas atadas a la cintura. Para esas fechas, el creativo ya llevaba tiempo sin usarla.

Versace declaró entonces al diario milanés II Corriere della Será que había decidido eliminarla definitivamente de sus colecciones porque "ya no es un símbolo de distinción, pues se la ponen hasta los bandidos". Argumentaba que no era posible que la moda masculina no cambiara básicamente en tantos años.

"En realidad, hasta los enyesados hombres de negocios tienen ganas de acabar con la engorrosa corbata", señaló el modisto desde aquellos entonces. En sus pasarelas la sustituyó con finos pulóveres de cuello alto, pañuelos de seda y camisas diseñadas especialmente para evitar su uso.

 UN PLACER Y NO UNA OBLIGACIÓN Para Carlos Pedroza, director de la revista Esquire, en México, el uso de la corbata tendría que ser un placer y no una obligación.

"Usar corbata es una declaración de personalidad, como también lo es no llevarla. Prescindir de ella no tendría por qué restarte seriedad ni habilidad profesional. En realidad, este complemento no determina que puedas concretar o no alguna negociación".

No se trata de perder formalidad, asegura, porque un hombre se ve formal cuando combina un buen traje con una camisa de cuello rígido, como se visten actualmente los italianos.

Los franceses, en cambio, sí se sienten cómodos usando corbata. A ellos les gustan las delgadas, de materiales finos y monocromáticas, como gris claro o azul.

"En México tenemos más influencia de los estadounidenses, quienes apuestan por las gruesas y con estampados más garigoleados". En lo personal, Pedroza usa corbata cuando asiste a una reunión formal o cuando se entrevista por primera vez con alguna persona.

El resto de los días, sólo la usa cuando quiere hacerlo, como él mismo dice, por placer. Le gustan las de inspiración vintage, de firmas como Etro, Salvatore Ferragamo, Pink y Alexander McQueen. Vivir sin corbata.

Dejando de lado las opiniones encontradas, es un hecho que en muchas empresas de todo el mundo apuestan por una imagen más casual y relajada.

El año pasado se dio a conocer el resultado de una encuesta efectuada en Estados Unidos por Gallup, en la cual se encontró que apenas el seis por ciento de los hombres de aquel país aún se ponen corbata para ir a trabajar, comparado con el diez por ciento del 2002; mientras que más del 66 por ciento de los entrevistados aseguraron que jamás se pondrían una para ir a la oficina, comparado con el 59 por ciento, también de 2002.

De hecho, existen compañías que han eliminado a la corbata de su código de vestimenta por razones muy específicas. Por ejemplo, en 2007 la empresa de energía italiana ENI suprimió el uso de la corbata dentro de sus instalaciones con el objetivo de usar lo menos posible el aire acondicionado y, en consecuencia, ahorrar energía.

La meta de esta compañía era economizar un nueve por ciento de su consumo energético, lo que equivalía a que 140 empleados dejarán su auto en casa y viajarán en transporte público. Lo consiguieron.

De negocios, pero casual.

Actualmente, acaudalados directores de importantes empresas prácticamente no usan este accesorio. Muy probablemente ninguno persigue razones ambientalistas, pero sí han puesto el ejemplo de que para hacer negocios e imponer respeto es necesario usar corbata.

Steve Jobs, el famoso empresario estadounidense y una de las más importantes figuras de la industria informática y del entretenimiento, es común que se le vea vestir con tenis, jeans y una sudadera negra de manga larga y cuello alto.

El magnate inglés Richard Branson, dueño del grupo Virgin y quien aparece en la posición 245 de Forbes, lista de las personas más ricas del mundo, no considera necesario usar corbata.

El empresario apuesta por las camisas de vestir con chaqueta, camisetas, jeans y chamarras de piel. En contadas ocasiones se viste formalmente.

Bill Gates, co-fundador de la empresa de Software Microsoft, aparece frecuentemente sin ella.

 CORBATA, SÍ "Es claro que algunas situaciones todavía requieren una indumentaria formal y tradicional, por lo que es un poco apresurado hablar del final de la corbata", señala Ana Paula Nalli Barroso, compradora de Pink en México.

De hecho, continúa siendo una de las apuestas más fuertes para esta firma de ropa masculina.

La ejecutiva señala que este accesorio representa el 18 por ciento de sus ventas. Ana Villalobos, asesora de imagen, explica que así como los zapatos son capaces de renovar el guardarropa femenino, la corbata tiene el poder de actualizar el de caballero.

A pesar de sus detractores, este pequeño pero nunca simple accesorio, sigue aportando estilo.

"Cuando uno usa una corbata, indica que se ha vestido especialmente para la ocasión", señala Amy Klaris, de la firma consultora Kurt Salmon Associates.

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