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El fin del clan Kennedy

Actitudes

JOSÉ SANTIAGO HEALY

Con la muerte del senador Edward Kennedy parece que llega el final de una dinastía política que en los últimos cuarenta años dirigió buena parte de los destinos de Estados Unidos.

Ted Kennedy, el último patriarca del clan Kennedy, falleció a los 77 años de edad luego de una vida intensa y azarosa en donde combinó sus triunfos y derrotas políticas con las tragedias personales y familiares.

El menor de nueve hijos, nacido en una familia católica de ascendencia irlandesa de Boston, fue a final de cuentas quien prolongó el apellido Kennedy en la historia política norteamericana gracias a su labor legislativa por más de cuarenta años en Washington, en donde era conocido como el León del Senado.

Edward fue nombrado senador en 1962, apenas cumplidos los 30 años de edad requeridos, con el fin de cubrir la vacante dejada por su hermano John F. Kennedy, entonces presidente de los Estados Unidos. Nunca perdió una elección y se mantuvo en el Senado hasta el final de su vida.

Sus aspiraciones presidenciales se fueron por la borda a raíz del accidente ocurrido en un puente de la isla de Chappaquiddick, en donde su auto cayó de un puente a un lago y ahí murió ahogada su acompañante Mary Jo Kopechne, quien era su colaboradora y con quien aparentemente sostenía un romance.

Pero peor fue el hecho que el senador Kennedy no reportó a la Policía el accidente luego de salvarse y a ello se agregaron evidencias de que había tomado alcohol en exceso lo que contribuyó al fatal percance.

A Ted Kennedy no le quedó más remedio que concentrarse en su labor como legislador luego de varios intentos frustrados por llegar a la Casa Blanca. Al paso de los años ganó en el Capitolio respeto y admiración por su habilidad política para negociar acuerdos.

Ted Kennedy elaboró unas 300 propuestas legales que hoy en día son parte de las leyes norteamericanas. Muchas más no fueron aprobadas como su iniciativa de reforma migratoria que lanzó junto al senador John McCain a principios de esta década.

En los últimos meses colaboró desde su residencia con la reforma de salud que promueve el presidente Barack Obama y a la que Kennedy llamaba la "causa de mi vida".

Analistas auguran tiempos oscuros para Obama toda vez que esta reforma, muy criticada por sus propuestas liberales, será todavía más cuestionada en la ausencia de Kennedy.

Un factor clave en el triunfo de Obama fue sin duda Ted Kennedy, primero dentro del partido Demócrata y después en las elecciones presidenciales de noviembre pasado.

En enero de 2008, cuando los demócratas libraban una batalla campal al interior de sus filas, Kennedy dio la espalda a los Clinton y expresó su abierto respaldo a Barack Obama lo que fue interpretado como el paso de la antorcha a las nuevas generaciones.

De ahí en adelante Obama apretó su paso ganador y ya no hubo poder humano que frenara sus aspiraciones presidenciales.

En el futuro inmediato se observa difícil que un nuevo Kennedy asuma con éxito el liderazgo político del clan. Patrick Kennedy, hijo menor de Edward, es representante por Rhode Island, pero su carrera política no ha tenido gran brillo ni proyección nacional.

Maria Shriver Kennedy, sobrina de Ted e hija de la recién fallecida Eunice, podría ser una opción por ser la primera dama de California. Pero tiene un conflicto de interés: su esposo Arnold Schwarzenegger es republicano y prácticamente ya va de salida.

Por muchas razones será difícil olvidar la influencia que los Kennedy han tenido en la vida política norteamericana y que sin duda mantendrán por muchos años a pesar de la muerte del último patriarca. Y pronto sabremos si el clan llegó a su fin o si surge un nuevo jerarca de la poderosa familia.

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