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El fracaso de una generación

Las laguneras opinan...

LUCRECIA MARTÍNEZ

Me decía una de mis hijas "Mamá, tu generación es una decepción, ¿dónde quedaron todos sus ideales?"

Al principio me sentí totalmente desconcertada, pero después de meditarlo y de comentarlo con varias personas he caído en cuenta que es verdad. Hemos sido una generación de ciudadanos que se ha visto afectada por cambios constantes en la percepción de las cosas; de tener los grandes ideales y firmes creencias religiosas y políticas a casi ya no creer en nada ni en nadie, y el sentido de nuestras vidas se ha visto seriamente afectado por este vacío; apostando a llenarlo con bienes materiales y mucho hedonismo. Somos una generación en la que el sacrificio se considera algo totalmente retrógrado y más bien adecuado en una película de Dolores del Río; desde luego deberá haber muchas excepciones, pero todas las cualidades que enaltecían a una madre también ya son cosa del pasado.

Las presiones económicas mantienen a las madres, muchas de ellas solteras, trabajando fuera de sus casas, y al retornar a ellas tienen que seguir con el trabajo que su familia demanda, el cual por trabajar fuera ya no lo quieren o pueden hacer y los hijos sienten que son una carga que es imposible soportar.

Este es el mundo que ha creado nuestra generación, somos más preparados, estamos más informados, ha habido grandes avances tecnológicos y médicos, hemos llegado a la luna, sabemos que es un hoyo negro, pero que la familia tenga mejor nivel de vida, sin perder los valores que se tenían, ahí hemos fallado.

El lunes pasado publicó una nota Juan Pablo Becerra que la Organización Mundial de la Salud nos refiere que el suicidio se ha incrementado un 275%, siete por ciento anual en treinta y dos años, alcanzando igual a jóvenes adultos y adolescentes, según la UNAM en 1998 se suicidaron cuatro mil trescientos noventa y cuatro. Es la tercera causa de muerte en este sector de la población. Y más triste es que ciento cincuenta y cinco niños entre cinco y catorce años se suicidan cada año, ¡una de cada tres es una niñita, un joven o niño cada tres horas!

Definitivamente los que se llevan las palmas son los políticos, porque ellos son los que hacen las agendas y ellos marcan las directrices; pero también nosotros que nos hemos quedado muy campantes "siendo felices" sin compromiso social, rápidos para opinar y lentos para actuar.

Todo el tiempo se habla de lo difícil que está el mundo, que no va a haber trabajo, se va a acabar el agua, que el calentamiento global, que va a haber tsunamis y temblores, la criminalidad que nos rebasa, etc... las noticias son un catálogo de desesperanza y fatalidades, estamos abonando la cultura de la muerte, al decirles a los niños y jóvenes que no va a haber futuro para ellos ni alternativas; qué sentido tiene vivir.

Es necesario que nos reivindiquemos como generación trabajando en provecho de nuestros jóvenes y niños, creando alternativas como el deporte, la cultura y los oficios, creando a través ellos un sentimiento de pertenencia y que su vida tenga un sentido, inculcándoles la gran responsabilidad de vivir con esperanza, con la seguridad que el futuro lo tenemos que construir nosotros mismos.

La cultura como transformación social es factible, y está más que demostrado que SÍ logra modificar sociedades enteras, las disciplinas, como teatro, danza, música, artes plásticas, diseño de joyería, escritura, etc., están acompañadas de una variedad de alternativas como museógrafo, escenógrafo, camarógrafo por mencionar unas pocas, que les garantizaría una forma de vida y un ingreso.

Que el Gobierno no tiene dinero, que se tiene que recortar el gasto, que se impone la austeridad, bla, bla, lo cual resulta incomprensible para el ciudadano de la calle, ¡que nuestra democracia nos cueste al año veinte mil millones de pesos! Sólo en sueldos se les van cuatro mil trescientos millones, se gastaron veinticinco mil millones de dólares en pago a un monitoreo electoral, que no sirvió, ya que no se instalaron los ciento cincuenta centros que se requerían ¿Qué pensará María del Carmen Alanís de la crisis? A los del IFE no les hace ni cosquillas. Es una vergüenza. Queremos una democracia, pero el costo es un insulto. Y eso sólo el IFE.

Que nuestros jóvenes y niños se suiciden por falta de proyectos de un Gobierno que alegando la falta de recursos no ofrece alternativas de capacitación, ni a ellos ni a sus madres para que trabajen en sus hogares, y una ciudadanía totalmente indiferente, cerrada en sus pequeños mundos, es algo inaceptable. El Gobierno es un reflejo de nuestra incapacidad de exigir conductas coherentes a los tiempos tan difíciles que estamos viviendo.

Es de prioridad nacional invertir en cultura y deporte con centros cerca de sus hogares, que sea un dique a la delincuencia, drogadicción y muerte, producto de la desesperanza. Si seguimos manteniéndonos al margen las consecuencias serán catastróficas.

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