Vulnerables. El intenso frío ha ocasionado que aumenten las enfermedades en niños y adultos.
Hace un mes que Juana Galván llegó a vivir a la colonia San José II, pero las últimas tres noches han sido un tormento. Tiene siete cobijas y ni así puede conciliar el sueño, el frío se siente igual adentro que afuera.
Las bajas temperaturas de hasta seis grados bajo cero de los últimos días castigan a cientos de familias que viven en condiciones vulnerables y que a su vez ocasionaron enfermedades respiratorias en niños y adultos.
El pronóstico no es muy alentador: seguirá el frío y hay condiciones para una nevada en la capital en los próximos 15 días.
SOPORTA POR NECESIDAD
Juana desayunó sólo dos tacos de queso que calentó en el fogón afuera de su casa, se le acabó el gas y no tiene dinero para comprarlo. El frío se mete por los huecos de las láminas de techo, por las ventanas descubiertas y por la puerta, que no es más que unas tablas pegadas con una cortina de tela.
"Sabía lo que me esperaba cuando me vine a vivir aquí, pero es que me quedé sin trabajo y ya no pude pagar la renta; me ofrecieron esta casa para que me metiera por mientras pero está muy difícil vivir así", dijo Juana Galván.
Es madre soltera y su único sustento son los 20 pesos que llega a vender de dulces al día, las últimas noches ha dormido poco por el intenso frío y tiene gripe; apenas se empieza a calentar su casa con el sol cuando atardece y comienza de nuevo el frío.
CON HIELO A LA PUERTA
La colonia San José II tiene casi tres años de haber sido fundada, dicen sus propios habitantes; viven cerca de 300 familias y la mayoría están bajo las mismas condiciones de vulnerabilidad que Juana. Los servicios de energía eléctrica y agua potable son improvisados, no hay pavimento y los niños juegan entre la tierra.
Carmelita amaneció enferma, de hecho no se ha aliviado de la gripe en las últimas dos semanas; su padre, Raúl Carmona, dice que con la helada de anoche se le complicó la enfermedad y ahora teme que tenga bronquitis.
El techo de la casa de Carmelita es de láminas de plástico, algunas están quebradas y los huecos son cubiertos con hule negro.
El viento las sacude y por eso fueron reforzadas con ladrillos. Pero hay rendijas por las que se cuela el viento gélido, que además mece la puerta de la casa: es una sábana doblada.
Carmelita vive con sus padres y dos hermanos, anoche cenaron frijoles; cuando su madre quiso lavar los trastes ayer por la mañana, se sorprendió al ver la capa de hielo de cinco centímetros que se formó en uno de los platos de la cena.
Cuando los niños quisieron salir a jugar vieron que los charcos que dejaron las lluvias del lunes pasado estaban cubiertos de hielo. No es para menos, el municipio de Durango registró heladas que alcanzaron valores de entre dos y seis grados centígrados bajo cero. Saben del riesgo, pero algunos colonos consideran la posibilidad de meter los braseros a sus casas para mitigar el frío.