EL PUEBLO MEXICANO Siempre se ha distinguido por ser proclive al catastrofismo. Los mexicanos, en su gran mayoría, no somos ni optimistas ni esperanzados y es que nuestra realidad histórica a base de derrota tras derrota, nos ha hecho perder la fe en nosotros mismos.
LA PRIMERA CATÁSROFE Que sufrió el pueblo mexicano asentado en el Valle de México precisamente en el centro de la isla de Tenochtitlan fue la destrucción de la civilización de los aztecas, en un lapso de apenas dos años y por un puñado de aventureros venidos del mar en barcos del tamaño de la cáscara de una nuez armados con el trueno y el fuego de los arcabuces cañones. Aquí es la primera catástrofe que sufrieron los pueblos de Mesoamérica.
TRESCIENTOS AÑOS Después y pasada que fue la edad media mexicana bajo el poder de un imperio español atrasado y fanático de la Santa Inquisición, surgieron los movimientos para independizarse del imperio español. El párroco de Dolores entusiasmó a criollos, mestizos e indios que lo siguieron esperanzados hasta las mismísimas goteras de la capital de la Nueva España en el Monte de las Cruces desde donde podría haber arrasado al Ejército del Virreinato y tomado la Ciudad de México. No fue así. Miguel Hidalgo no se decidió y replegó a su gente, perdiéndose de esta manera la gran oportunidad de habernos ahorrado más de 20 años de guerras independentistas. En esa ocasión los mexicanos unos a otros, se echaban la culpa de la catástrofe.
SIN LUGAR A DUDAS Otra catástrofe para los mexicanos, lo fue la malograda guerra con los Estados Unidos de Norteamérica, en la que finalmente se perdieron más de dos millones de kilómetros cuadrados correspondientes a los territorios de la Alta California, Arizona, Nuevo México y el riquísimo territorio de Texas. En esa ocasión nuevamente los mexicanos nos acusamos unos a los otros de la culpabilidad del desastre frente a los norteamericanos.
OTRA TERRIBLE Catástrofe fue la invasión y la guerra que el imperio francés de Napoleón III llamado "El Pequeño", nos hizo en territorio nacional para imponer un emperador extranjero que como siempre, fue auspiciada por los partidos conservadores. Al final Francia impuso sus reglas y el país pasó a depender (otra vez) de una corona de ultramar. En esta ocasión nuevamente los mexicanos se imputaban unos a otros la causa de la catástrofe.
DESDE DON PORFIRIO DÍAZ Hasta nuestros días los mexicanos hemos conocido y vivido múltiples y variadas crisis que cuando aparecen, de inmediato se oyen las voces de los profetas que aseguran haber sido ellos los primeros en predecirlas. Todos quieren ganar la premisa de su fatal agorerismo. Hablan de las catástrofes hasta en tono morboso: ¡Se los dije! ¡Se los dije! y siempre en lo más profundo de su corazón, con la esperanza de que nunca se acaben y que además, sean de lo más graves posibles para así poder ufanarse de su acertada y fatal predicción.
PARECE QUE AHORA VIVIMOS Nuevamente los mismos tiempos aquellos que sufrieron nuestros antepasados. Parecería que hay un concurso para ver quién es el más terrible agorero. Como si se tratara de establecer el premio del Óscar para aquel que logre publicitar la peor de las crisis. Pero también que existe un premio para aquel que sea el más optimista frente a la catástrofe o crisis.
DE ESTE DEBATE Se vienen ocupando en estos días nuestros hombres públicos. Por una parte el señor presidente Calderón portando sus muy buenas gafas de color rosa y pregonando a la nación que las cosas no están tan difíciles como se piensa; por la otra parte, el hombre más rico del mundo (gracias al regalo que de Telmex le hizo Carlos Salinas de Gortari) don Carlos Slim que se puso el manto de catastrofista por antonomasia y amenazó con que el fuego eterno de la crisis pende sobre la cabeza de todos.
LO QUE NO DIJERON Ni unos ni otros, esto es, el Gobierno Federal ni el supermillonario, es cómo se debería afrontar y resolver la crisis. Imputar culpas a cargo de unos o de otros, no ayuda en nada a los mexicanos.
SI EL SEÑOR CARLOS SLIM Sabe tanto de los asuntos de los dineros y de las finanzas, muy sano sería para la salud de la república, que nos informara cómo podríamos llegar a paliar la crisis y golpeara lo menos posible a los mexicanos, no simplemente declararse como el más catastrofista de todos y lanzar amenazas a todos y a todo.
A ESTAS ALTURAS Del partido lo peor que podríamos hacer los mexicanos sería dedicarnos a echarnos los unos a los otros la culpa de una crisis (que por cierto nos llegó del Norte y no generada en el país), dividiéndonos en dos facciones: los catastrofistas por un lado y los usuarios de lentes de color rosa por el otro.
UNIDOS LOS MEXICANOS Podríamos llegar a superar y atenuar los efectos de esta crisis. Divididos seguiremos actuando como lo hicieron en el pasado histórico nuestros antecesores, lo que tan caro le costó al país.